LA HISTORIA DE MATEO Y ANDRÉS LOS BENDITOS APÓSTOLES
CUANDO Convirtieron LA CIUDAD DE LOS PERROS
CUYOS HABITANTES ERA CANÍBALES.*
Después de los días de la ascensión de nuestro Señor Jesucristo al cielo, cuando se cumplieron los días de Pentecostés y el Paráclito había llegado al aposento alto de Sión, y los santos Apóstoles fueron llenos del don del Espíritu de santidad, cada uno de ellos tuvo el deseo de salir y predicar el Evangelio del Mesías.
Y comenzaron a echar suertes y a distribuirse los países entre ellos.
Y sucedió que, cuando habían echado suertes, le tocó al apóstol Mateo ir a la ciudad cuyos habitantes eran caníbales.
Y los habitantes de esa ciudad no comían pan ni bebían agua, sino que su alimento era carne de hombres y su bebida también sangre de hombres.
Y todo hombre que entraba en esa ciudad, sus habitantes le agarraban, le cavaban y le sacaban los ojos, y le daban a beber una copa mezclada con magia; y tan pronto como bebió esa copa, su corazón se transformó, y su entendimiento pereció, y recibió el corazón de una bestia. >>* Véase el texto siríaco, p. »aLD y la Biblioteca Ante-Nicea de Clark, ToL xvi., pág. 348.
94 LA HISTORIA DE MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES
Y sucedió que, cuando Mateo entró por la puerta de la ciudad, C*^) los habitantes de la ciudad lo agarraron, le cavaron y le sacaron los ojos, y le dieron a beber la copa que estaba mezclada con brujería, y lo llevaron a la prisión donde estaban presos todos los que caían en sus manos; y le arrojaron hierba para que comiera.
Y cuando el bendito Apóstol hubo bebido la copa que le dieron, su corazón no cambió; Pero siempre estaba en oración urgente y llorando, diciendo:
"Nuestro Señor Jesús el Mesías, por quien hemos dejado todo y te seguimos, porque sabemos que Tú eres el Dios verdadero, y el Ayudador y el Libertador de todos los que confían en Ti
Mira, Señor, y observa lo que esta gente de corazón duro está haciendo con Tu siervo Mateo, cómo me han hecho como la bestia en la que no hay sentido; porque Tú eres el Conocedor de todo. Si así es Tu voluntad, Señor, que yo me convierta en alimento para los habitantes de esta ciudad, que se cumpla Tu voluntad; no huiré de Tu mandato.
Dame la luz de mis ojos, para que pueda ver lo que la gente de esta ciudad hace conmigo. No. Señor, no me abandónes, y no me entregues a esta muerte amarga.
Y mientras el bienaventurado Mateo estaba orando así, una poderosa luz brilló a través de todo el lugar donde estaba prisionero, y se oyó una voz desde la luz, que decía:
"Mateo, "Mateo, mi Apóstol, levanta los ojos".
Y al instante levantó los ojos y vio. Y de nuevo la voz le llegó por segunda vez y le dijo:
"Mateo, sé firme y fuerte, y no temas, porque no te abandonaré ni te desampararé; porque te libraré de todas las tentaciones, y no solo a ti, sino a todos tus compañeros, porque estoy con vosotros en todo momento.
Y ahora aguanta en esta tu prisión veinticinco días", por la ayuda de las almas de muchos.
Y después de esto te enviaré a Andrés, y él te sacará de esta prisión y a todos los que están contigo aquí".
Y cuando nuestro Salvador hubo dicho estas cosas, fue elevado al Cielo. Entonces Mateo dijo: "Tu gracia sea con nosotros, nuestro Señor Jesús el Mesías". Y estaba dentro de la prisión y cantaba. Y aconteció que cuando los verdugos entraron en la cárcel para sacar a los hombres para el matadero, Mateo cerró los ojos, para que no se diesen cuenta de que veía la luz.
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Y aconteció un día, que cuando los verdugos llegaron y lo alcanzaron, leyeron el boleto que estaba atado a su mano, y dijeron entre sí:
"Dentro de tres días sacaremos también a éste y lo degollaremos"; porque solían escribir en un boleto de madera el día en que un hombre era apresado, y atárselo a la mano, para saber el cumplimiento de sus días.
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Y sucedió que, cuando se cumplieron los veintisiete días, desde que el bienaventurado Mateo fue apresado, nuestro Señor Jesús el Mesías se apareció a Andrés en el campo en el que estaba enseñando, y le dijo:
"Andrés, levántate, ve con tus discípulos a la ciudad cuyos habitantes son caníbales y saca a Mateo de la prisión en la que está; porque dentro de tres días esos miserables lo sacarán y lo matarán para su comida".
Y Andrés respondió y dijo: "Señor mío, no puedo ir a esa ciudad dentro de tres días, porque el camino es largo; pero envía un ángel para que lo saque de allí, porque Tú, mi Señor, sabes que estoy vestido de carne, y no puedo llegar allí rápidamente, ni tampoco conozco el camino". ,>>^ y takq * Margen, tumty^wven^ como en griego y más abajo.
Y nuestro Señor le respondió y le dijo: "Andrés, escucha y obedece a Aquel que te hizo y te trajo al ser, porque Él puede mandar en un abrir y cerrar de ojos", y esa ciudad sería levantada y traída aquí. Pues yo mandaré al viento y él te llevará allí. Pero levántate por la mañana y baja a la orilla del mar con tus discípulos, y verás que encontrarás un barco. Sube a bordo tú y tus discípulos".
Y cuando nuestro Señor hubo dicho estas cosas, le dio (el saludo de) paz y fue elevado al cielo. Entonces Andrés se levantó por la mañana, como se le había ordenado, y fue a la orilla del mar con sus discípulos, y vio una pequeña embarcación, y en la embarcación estaban sentados tres hombres; porque nuestro Señor por orden suya había preparado una embarcación, y Él apareció en ella en forma de marinero, y había con Él dos ángeles en forma de hombres.
Y Andrés, cuando 11. Andrés vio la embarcación y a los tres hombres que estaban en ella, se alegró (con) una gran alegría, y se acercó a la embarcación, y les dijo (cub): "¿A dónde vais, hermanos míos?" Y nuestro Señor le dijo, vamos al país de los caníbales." "Nosotros" El .1 antes de .1OJELSkl parece superfluo.
Ahora Andrés no percibió que era Jesús, pero nuestro Señor ocultó el poder y la fuerza de Su Divinidad, y apareció como un timonel. Y Andrés respondió y dijo: "Nosotros también deseamos ir a esa ciudad". Entonces nuestro Señor le dijo: "Todos huyen de esa ciudad, ¡y tú deseas ir allí!" Andrés respondió y dijo:
"Tenemos algo que hacer allí, y debemos ir allí; Y ahora, si vais a hacernos un favor, mostrádnoslo." Y Jesús respondió y les dijo:
"Subid a bordo en paz."
Y Andrés respondió y dijo: "Quiero que sepas, hermano mío, antes de que subamos a bordo del barco, que no tenemos alquiler del barco para darte, ni tenemos pan para comer con nosotros."
Y nuestro Señor le dijo: "¿Y cómo subís a bordo del barco, si no tenéis alquiler del barco?" Andrés le dijo:
"Escucha, hermano mío; no pienses que por dureza de cerviz no te damos el alquiler del barco; sino que somos discípulos de nuestro Señor Jesús el Mesías, que nos amó, y nos escogió a los doce, y nos dio mandamiento y dijo: ^ Cuando salgáis a predicar, no llevéis bolsas ni alforjas, ni cobre (moneda) en vuestros bolsos, ni pan, ni bastón, ni zapatos; ni tenéis dos túnicas.'* (vo) Si, pues, quieres tener compasión de nosotros, dínoslo pronto; y si no, buscaremos otra embarcación." Jesús respondió y les dijo: "Si este es el mandamiento que habéis recibido, y lo guardáis, subid a bordo; porque os digo >>* S. Mateo, cap. x. 9, 10 ; S. Marcos, cK vL 8, 9. H
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“Os digo que me agrada más que los discípulos del Mesías suban a bordo de mi barco que aquellos que me dan oro y plata. Pero esto os digo, que quizá soy digno de que el discípulo del Mesías suba a bordo de mi barco”,
Y Andrés respondió y dijo:
“Permíteme, hermano mío; que el Señor te conceda una recompensa y un perdón”.
Andrés subió a bordo del barco y dijo a sus discípulos: Hijos míos, si queréis, quedaos en tierra hasta que yo termine lo que me ha sido ordenado por nuestro Señor y vuelva a vosotros.
Pero sus discípulos le dijeron: "¡Lejos esté de nosotros hacer eso! Si nos quedamos detrás de ti, seremos extraños a la gracia que nos fue dada; y ahora estaremos contigo dondequiera que vayas".
Entonces Jesús respondió y dijo a Andrés:
"Si en verdad eres discípulo del Mesías, recuerda a tus discípulos los milagros que realizó tu Señor, para que fortalezcas sus mentes y olviden (su) preocupación por este mar; porque he aquí que nos estamos preparando para soltar el barco de la tierra y zarpar."
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Entonces Jesús hizo una señal a uno de los ángeles, y éste soltó la barca de la tierra; y vino Jesús y se sentó en medio de la barca. Y Andrés animaba a sus discípulos, diciendo:
«Hijos míos, habéis entregado vuestras vidas por el Mesías; no temáis; porque Él no nos abandonó cuando estábamos con Él en el barco, y se había acostado a dormir en el barco, probándonos, porque no estaba dormido; y cuando hubo un gran viento, y el mar alzó sus olas de modo que se elevaron por encima del mástil del barco, y un gran temor se apoderó de nosotros, nuestro Salvador se levantó y reprendió al viento, y las olas se calmaron, y hubo una gran calma en el mar; porque todo obedece a Su mandato, porque son Su creación. ** « Aquí el texto siríaco omite una parte considerable del griego, desde la pág. 138, 1. 13, en la edición de Tischendorfs, hasta la pág. 139, 1. 18. Véase Clark's Ante-Nicene Library, vol. XVI, pp. 361, 352. *» Bead
Y ahora, hijos míos, no temáis*''
Y cuando Andrés hubo dicho estas cosas, oró para que sus discípulos pudieran permanecer en reposo. Y cuando se habían quedado dormidos, Andrés se volvió y dijo a Jesús, sin saber que era Jesús: “Dime, hombre, y muéstrame verdaderamente este arte de tu gobierno; porque nunca he visto a un timonel que manejara un barco como te veo ahora a ti. Porque dieciséis veces he navegado en el mar, y esta es la decimoséptima, y nunca he visto una habilidad como esta; porque verdaderamente este barco está en medio del mar tal como si estuviera en tierra.
Muéstrame entonces tu arte, joven”. Entonces nuestro Señor dijo a Andrés: “También nosotros hemos navegado muchas veces en el mar y un viento violento se ha levantado contra nosotros; Pero como tú eres discípulo del Mesías, el mar te ha reconocido y no ha levantado sus olas contra nosotros.
Entonces Andrés clamó a gran voz y dijo: “Bendigo tu nombre, mi Señor Jesús el Mesías, porque me has permitido encontrarme con un hombre que glorifica tu nombre”. Y Jesús respondió y le dijo: “Dime, discípulo de Jesús, ¿por qué los judíos malvados no creyeron en tu Señor como el verdadero Dios? Muéstrame; porque hemos oído que mostró su poder a sus discípulos”.
Y Andrés respondió y dijo: “Sí, hermano mío, Él demostró que Él es el verdadero Dios; y ahora no supongas que Jesús no es Dios, porque Él me hizo”. Y Jesús respondió y dijo: “¿Y por qué los judíos no creyeron en Él?”
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Andrés respondió y dijo: «Oh hombre, que tienes el espíritu de conocimiento y todo entendimiento, ¿por qué me tientas?» Nuestro Señor le dice: «No te tiento con estas cosas, sino que mi alma se regocija y se regocija en ellas». Andrés dice: «Hermano mío, el Señor llenará tu alma de gran gozo y gracia».
Nuestro Señor respondió y dijo: «Cuéntamelo, entonces. Y Andrés respondió y dijo: ¿No has oído de los milagros que hizo delante de ellos? A los ciegos les dio luz, a los cojos caminar, a los sordos y mudos oír y hablar; expulsó demonios, limpió leprosos, resucitó muertos; convirtió el agua en vino; tomó cinco panes y dos peces, ordenó a la gente que se reclinara sobre la hierba, y los bendijo y los satisfacio; y comieron cinco mil y se saciaron, y sobró algo. Y de nuevo pronunció una bendición sobre siete panes, y satisfizo a cuatro mil. E hizo muchas señales, prodigios y milagros, que si te los cuento, no podrás soportarlo.
Jesús le dice: «Yo podré, pero a un hombre sabio le basta una palabra, mientras que a un necio ni siquiera muchas palabras pueden persuadirlo». » Aquí también el texto siríaco es más breve que el griego, y algunas frases están transpuestas. Véase la edición de Tischendorf, pág. 142, línea 1, a pág. 146, línea 16; y la Biblioteca Ante-Nicene de Clark, vol. XVI, págs. 353-356. •
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES 101
Y cuando nuestro Señor supo que el barco había llegado cerca de la tierra, apoyó la cabeza contra uno de los ángeles y dejó de hablar con Andrés. Y cuando Andrés vio (esto), se apoyó contra sus discípulos y se hundió en un profundo sueño.
Y nuestro Señor dijo a los ángeles: "Extended vuestras manos, y llevad a Andrés y a sus discípulos, y id, y colocadlos a la puerta de esa ciudad, cuyos habitantes comen carne de hombres".
Y los ángeles hicieron lo que se les ordenó, y tomaron a Andrés y a sus discípulos, y los llevaron y los colocaron a la puerta de esa ciudad, cuyos habitantes comen hombres. Y cuando Andrés despertó de su sueño y abrió los ojos, vio que estaba sentado a la puerta de esa ciudad, y a sus discípulos a su lado, que estaban durmiendo. Y asombrado por lo que había sucedido, los despertó y les dijo: «Oíd, hijos míos, y ved la gracia que ha sido con nosotros, y sabed que nuestro Señor estaba con nosotros en la nave, probándonos, y no lo reconocimos.»
Y sus discípulos le respondieron y le dijeron: «No pienses, padre nuestro, que sabíamos que estábamos navegando en el mar, porque estábamos hundidos en un sueño profundo; y vimos que vinieron ángeles y tomaron nuestras almas y las llevaron al Paraíso; y vimos allí grandes maravillas, porque vimos a nuestro Señor Jesús el Mesías sentado en un trono glorioso, y todos los ángeles mirándolo; y vimos allí a Abraham, Isaac y Jacob y todos los Padres y los santos Profetas, y también a vosotros los doce Apóstoles, de pie junto a nuestro Señor Jesús el Mesías; y oímos a nuestro Señor ordenar a sus santos Ángeles: «Sed obedientes a los Apóstoles en todo lo que os digan.» Ésta es la visión que tuvimos, padre nuestro.
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Entonces el bienaventurado Andrés, cuando oyó estas cosas de sus discípulos, se alegró (con) gran alegría, de que sus discípulos fueran dignos de ver las grandes cosas de Dios. Y alzó los ojos al cielo y dijo:
"Perdóname, mi Señor, y perdóname lo que he hecho; porque como hombre te vi en el vaso, y como hombre hablé contigo. ¿En qué he pecado, mi Señor? (porque) Tú no me mostraste Tu majestad".
Y nuestro Señor le dijo: "No has pecado, Andrés; pero te hice estas cosas, porque dijiste: *No puedo ir a la Ciudad de los Perros en tres días. Mira, ahora te he demostrado que soy capaz de hacer todo con (mi) poder. "Levántate, ve a la ciudad a casa de tu hermano Mateo y sácalo de la cárcel, a él y a todos los que están presos con él.
Y he aquí, yo te advierto, antes de que entres en su ciudad, que te mostrarán crueles tormentos, y tu cuerpo será destrozado, y tu sangre será derramada sobre la tierra como agua; porque no te pueden dar la muerte, pero grandes tormentos te harán pasar. Pero ten paciencia y no te endurezcas ante su maldad. Recuerda los tormentos que sufrí, cuando los judíos me golpearon con sus puños y me escupieron en la cara. ¿Acaso no pude en un abrir y cerrar de ojos mover cielo y tierra, y traer castigo sobre los que me golpeaban? Pero lo soporté y los perdoné, para poder darte un ejemplo".
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Y Andrés se levantó inmediatamente y entró en aquella ciudad con sus discípulos. Y fue a la cárcel, y vio a los siete guardias, que estaban de pie a las puertas de la cárcel y la custodiaban.
Y Andrés oró, y estos guardias cayeron y murieron. Y cuando llegó cerca de la puerta de la cárcel, hizo sobre la puerta la señal de la cruz; y al instante la puerta se abrió. Y cuando Andrés entró en la cárcel con sus discípulos, Mateo vio a Andrés, y al instante se levantó,
y se preguntaron unos por el bienestar de los otros. Y Andrés le dijo a Mateo: "Hermano mío, ¿cómo has entrado aquí? Porque, después de tres días, los hombres de esta ciudad te sacarán y te matarán para alimentarse. ¿Dónde están los santos misterios que has aprendido? Porque si los pronunciaras, el cielo y la tierra temblarían". > Leí hi^SfLL, en lugar de A^^Sht., que es "He oído". ^ S. Mateo, cap. x. 16.
104 MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES
Mateo respondió y dijo: "Mi hermano Andrés, has oído a nuestro Señor decir: “Os envío como corderos en medio de lobos”.** Porque apenas entré en esta prisión, oré ante el Señor, y Él se me apareció y me dijo: “Soporta veintisiete días, y después te enviaré a Andrés, y él te sacará de esta prisión y también a todos los que están contigo”.
Y como nuestro Señor me prometió, he aquí que te veo hoy; y ahora, ¿qué haremos?" Entonces Andrés miró en medio de la prisión y vio a aquellos hombres que estaban atados allí, desnudos y comiendo hierba como ganado.
Y Andrés se golpeó el pecho y dijo: “Nuestro Señor Jesús el Mesías, mira y ve lo que han dado de comer a los hombres, que están hechos a Tu imagen y semejanza”.
Y el bendito comenzó a reprender a Satanás y a decir: "¡Fuera de ti, Satanás, enemigo de nuestro Dios y de sus ángeles! ¿Hasta cuándo lucharás con la raza humana?". Y Andrés y Mateo se arrodillaron y oraron; y después Andrés puso sus manos sobre los ojos de aquellos hombres que habían sido cegados, e inmediatamente todos vieron la luz.
Y de nuevo puso su mano sobre sus corazones, y su entendimiento cambió y se volvió como el de los hombres. Y les dijo: "Partid (.t*a) ahora a la parte baja de la ciudad. Mirad, encontraréis en el camino una gran higuera; sentaos debajo de ella y comed de su fruto, hasta que yo llegue a vosotros. Y si me demoro, encontraréis en él todo el alimento que os baste.
Y aquellos hombres respondieron y dijeron al bienaventurado Andrés: «Señor, ven con nosotros, no sea que los paganos de esta ciudad nos vean de nuevo, nos tomen y nos sometan a tormentos * peores que los anteriores.» Y él les dijo: «Id en paz; en verdad os digo que, mientras vais, ni siquiera un perro os ladrará.»
Y aquellos hombres fueron, como el bienaventurado Andrés les había dicho; y eran en número de cuarenta y nueve. Pero a Mateo le dijo que fuera con sus discípulos al lado oriental de la ciudad. Y Andrés oró, y descendió una nube, y se llevó a Mateo y a sus discípulos, y los puso en una montaña, donde el apóstol Pedro estaba sentado y enseñando; y permanecieron con él.>>* Literalmente, y nos mostró juicios.
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Andrés, después de haber salido de la prisión, estaba paseando por la ciudad. Y vio una columna, y sobre ella había una estatua de bronce; y se sentó al lado de la columna, para ver lo que sucedería.
Y sucedió que, cuando los verdugos entraron en la prisión para sacar a los hombres para su comida, como era la costumbre de todos los días, encontraron las puertas de la prisión abiertas y a los guardias muertos y tirados en el suelo.* Y regresaron a los jefes y les dijeron:
"Fuimos a la prisión, y la encontramos abierta y a los guardias muertos y tirados en el suelo;* y cuando entramos, no encontramos a nadie allí".
Y cuando los jefes oyeron (esto), dijeron entre sí: "¿Qué es esto que ha sucedido? ¿Acaso han entrado en la cárcel y han matado a los guardianes, y han tomado a los que estaban allí presos, y se han ido? Entonces los jefes dijeron a los verdugos:
"Id a la cárcel y traed a esos siete guardianes, para que los comamos hoy; y luego reunidnos a todos los ancianos de la ciudad, y que echen suertes entre ellos, y a los que caiga la suerte los iremos matando cada día, de siete en siete, para nuestra comida, hasta que escojamos a los jóvenes y los pongamos a bordo de los barcos, y ellos vayan a los países que nos rodean, y pongan hombres a bordo de sus barcos y los traigan aquí, para que nos sirvan de alimento.'' >>* Se lee f^:L.ir^ en lugar de f^:^.!^ . En griego^ k^ijUvov^ cTTt T^ y^s.
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES106
Y cuando los verdugos fueron a la cárcel, trajeron a los siete guardianes muertos« Y había allí un gran horno, que estaba construido en medio de la ciudad; y al lado del horno había un gran canal de piedra, en el cual (cuo) solían matar a los hombres, y su sangre corría y se recogía en ese canal, y solían extraer la sangre y beberla.
Y sucedió que, cuando trajeron a los siete, que estaban muertos, los pusieron junto al canal, para poder poner sus manos sobre ellos y levantarlos. Y el bienaventurado Andrés* oyó una voz que le decía: «Andrés, mira lo que se está haciendo en esta ciudad».
Y sucedió que, cuando lo vio, oró y dijo: «Señor nuestro Jesús el Mesías, que me has traído a esta ciudad, no permitas que ocurra en ella nada odioso, sino que los cuchillos caigan de las manos de estos verdugos». Y al instante sus manos quedaron paralizadas y no podían levantarlas ni bajarlas. Y cuando los nobles vieron lo que había sucedido, lloraron amargamente, diciendo:
«¡Ay de nosotros! Porque aquí hay magos, que han entrado en la prisión, han matado a los guardianes y han sacado a los que estaban presos allí; y he aquí que también han embrujado a los verdugos. ¿Qué haremos entonces?». >>• Tal vez podríamos leer: que estaban muertos y los colocaron {cklnhxr^) etc. y los levantaron, el bienaventurado Andrés etc.
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES 107
Entonces dijeron a los verdugos: «Vayan y reúnan a los ancianos de la ciudad, porque tenemos hambre». Y ellos fueron y los recogieron, y encontraron doscientos dieciséis en número, y los trajeron a sus nobles; y les ordenaron que echaran suertes, y salió la suerte de siete ancianos.
Y uno de los ancianos, sobre el cual había caído la suerte, respondió y dijo a los verdugos: «Os lo ruego, tengo un hijo pequeño, tómalo y mátalo en mi lugar, y déjame ir». Y ellos le dijeron: «No podemos hacer esto, a menos que los nobles nos lo ordenen». Y los verdugos fueron y dijeron a sus nobles estas cosas. Y los nobles respondieron y les dijeron: «Si da un sustituto, dejadlo ir».
Y los verdugos se lo hicieron saber al anciano. El anciano les respondió: "Yo también tengo una hija. Llévenla a ella y a su hermano para matarla y déjenme ir". Y él los entregó para que la mataran, y los verdugos tomaron a estos niños para matarlos.
Y ellos lloraban y decían: "No nos matéis en esta juventud (nuestra), sino dejadnos llegar a la madurez, y entonces podréis matarnos". Y también era costumbre en aquella ciudad que no enterraran a los que morían, sino que se los comieran.
Y los verdugos no hicieron caso a estos niños, sino que los tomaron y fueron al comedero, en el que solían matar a los hombres, para matarlos".
108 MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES
Y cuando el santo Andrés vio (esto), lloró amargamente y dijo: “Así como me escuchaste pecaminoso” acerca de estos muertos, y Tu Divinidad no permitió que se los comiera, así (m^o) ahora tampoco permitas que se los acerque a la muerte de estos niños, sino que sus manos se paralicen, y que los cuchillos caigan y se derritan como cera ante el fuego”.
Y en el momento en que el bendito Andrés hubo orado, los cuchillos se aflojaron y cayeron de las manos de los verdugos. Y cuando Andrés vio lo que había sucedido, glorificó a Dios que le había respondido en todo.
Y cuando los gobernantes vieron lo que había sucedido, lloraron amargamente y dijeron: “¡Ay de nosotros! ¿Qué nos queda ahora por hacer?”.
Y Satanás tomó la forma de un anciano**, y se puso en medio de ellos, y dijo:
“¡Ay de vosotros! ¿Qué podéis hacer? "Porque no tenéis qué comer. Ahora pues, levantaos, y agarrad en esta ciudad a un forastero llamado Andrés, y matadlo; porque ha puesto en libertad a estos hombres que estaban encerrados en la cárcel.'' "Nuestro Señor Jesús el Mesías, como Tú>>El texto griego tiene doscientas y diez mil palabras •
Y Andrés miró a Satanás, que hablaba entre la multitud; pero Satanás no vio al bendito.
Y el Apóstol del Mesías respondió y dijo a Satanás:
"Tú, enemigo de toda la humanidad, que estás constantemente en guerra contra ellos, nuestro Señor Jesús el Mesías te humillará y te arrojará al profundo abismo de la destrucción."^
Y cuando Satanás oyó esto, dijo: "¡Fuego, fuego sobre ti! Oigo tu voz, pero no sé dónde estás". Y el bendito respondió y dijo a Satanás: "En verdad eres ciego, y no puedes ver a los santos".
Y cuando Satanás oyó esto, dijo a la multitud:
"Mirad, apresad a aquel con quien estoy hablando, porque es el que perturba vuestros asuntos". Y aquellos malvados corrieron y cerraron las puertas de la ciudad; y andaban de un lado a otro buscando al bendito Andrés por toda la ciudad, y no le vieron. Entonces nuestro Señor Jesús el Mesías se le apareció y le dijo: "Andrés, levántate, muéstrales tu poder, para que aprendan que el poder de Satanás, que mora en ellos, es nada. >>/' 'Literalmente, mi pecaminosidad. ^ El anciano de Najd, (^J^' ^--iJI!.
MATEO Y ANDRÉS, LOS BEATOS APÓSTOLES 109
Entonces el bienaventurado Andrés se levantó a la vista de toda la multitud y dijo:
«Yo soy Andrés, a quien buscáis». Entonces todo el pueblo corrió y lo agarró, y le dijo: «Como tú nos has hecho, nosotros te haremos a ti».
Y comenzaron a deliberar juntos y a decir:
«¿Con qué muerte lo mataremos? Si en verdad le cortamos la cabeza, no es una muerte amarga; y si lo quemamos con fuego, tampoco es esto nada».
Entonces uno de ellos, después de que Satanás entró en él, respondió y les dijo:
«Como él nos hizo sufrir, así también nosotros le haremos sufrir a él. Hagámosle esto. Pongámosle cuerdas alrededor del cuello» y arrastrémoslo por las calles y callejones de esta ciudad; y cuando esté muerto, entonces repartiremos su cuerpo entre todos nosotros».
Y esto pareció bien ante todo el pueblo; Y le echaron sogas al cuello, y le arrastraron por todas las calles y calles de la ciudad, hasta que su cuerpo quedó destrozado por las piedras sobre las que le arrastraban, y su sangre fluía como agua. Y cuando llegó la tarde, le echaron en la cárcel, con las manos atadas a la espalda.
110 MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES
Y otra vez, cuando llegó la mañana, lo sacaron, le echaron cuerdas al cuello y lo arrastraron por toda la ciudad, y todo su cuerpo quedó desgarrado por el suelo.
Y el bendito (uno) oró con suspiros y dijo:
“Nuestro Señor Jesús el Mesías, mira lo que hacen conmigo, y lo soporto por Tu mandato, — porque si no fuera por Tu misericordia, los habrías enviado al abismo profundo, con su ciudad, — pero solamente. Señor, no permitas que el enemigo se burle de mí/^
Y cuando el bendito (uno) hubo dicho estas cosas, Satanás respondió por detrás de él y dijo al pueblo:
"Lo golpearon en la boca, para que no pueda hablar". Y cuando llegó la tarde, lo arrojaron a la prisión. Entonces Satanás tomó consigo siete demonios y entró en la prisión. 8. Y se presentaron ante Andrés y se burlaban de él, diciendo:
«Ahora estás atrapado en nuestras manos. ¿Quién te librará? Porque has destruido nuestras obras en todas las ciudades y has desolado nuestros templos y santuarios, que fueron construidos para nosotros».
Y Satanás ordenó a los siete demonios que estaban con él que mataran al bendito.
Entonces, cuando estos demonios se acercaron y vieron el sello del Mesías entre sus ojos, tuvieron miedo y huyeron de él.
Y Satanás respondió y les dijo:
«¿Por qué huís de él? ¿Qué es?» Y ellos le dijeron: «No podemos acercarnos a él a causa del sello que está sobre él; pero ve tú y mátalo, si puedes».
Y Satanás les dijo: «Venid, pues, y burlémonos de él». Entonces aquellos demonios vinieron con Satanás su amo, y se burlaban del bendito y decían: Andrés, mira que has caído en gran desgracia y en un juicio duro.»
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES 111
Entonces, cuando el bienaventurado Andrés oyó estas cosas, dijo:
«Si me matáis directamente, no haré lo que os plazca a vosotros, sino lo que os plazca a mi Señor; "Si mi Señor me visita en esta ciudad, os castigaré como merecéis".
Y cuando los demonios oyeron estas cosas, desaparecieron de delante de él como humo.
Y cuando llegó la mañana, sacaron al bienaventurado Andrés de la prisión, le ataron cuerdas al cuello y lo arrastraron.
Y nuevamente su cuerpo (fue lacerado) y le arrancaron todo el pelo de la cabeza. Y el bienaventurado (uno) clamó en voz alta, con dolor y lágrimas, y dijo: "Señor nuestro Jesús el Mesías, estas torturas son suficientes para mí, estos tres días, de día y de noche, de Satanás y de los demonios y de estos paganos. Manda, Señor, y recibe mi espíritu^ o muéstrame Tu gracia para que pueda ser fortalecido".
Y cuando hubo dicho estas cosas, le llegó una voz en hebreo, diciendo:
Andrés, (Yo soy el rey) el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.* Y ahora vuélvete y mira tu carne, que te han arrancado, ¿qué ha sido de ella?. Y miró y vio grandes árboles, que habían crecido y dado fruto. Y Andrés dijo:
"Ahora, Señor, sé que no me has abandonado". Y cuando llegó la tarde, lo arrojaron a la prisión, diciendo: "Su cuerpo está destruido^ y durante esta noche morirá".
Entonces nuestro Señor Jesús el Mesías se le apareció en la prisión y le dijo:
"Andrés, dame tu mano". Y lo tomó de la mano, y al instante se levantó sano. Y el bendito (el) se postró y lo adoró.
Y después miró hacia el medio del pozo en el que estaba preso, y vio una columna (statne) que en griego se llamaba Alabastros/ Y Andrés extendió su mano y dijo:
«¡Oh, piedra muda! Teme la señal de la cruz, ante la cual tiemblan el cielo y la tierra; y deja que fluya inmediatamente de tu boca mucha agua, para que sumerja esta ciudad».
Y luego aquella columna (Statenose) dejó fluir mucha agua como un poderoso arroyo; y el agua prevaleció sobremanera, y mató a sus hijos y a su ganado; y ellos querían huir de la ciudad. >>* S. Mateo, cap. xxiv. 35.
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES 112
Entonces el bienaventurado Andrés oró, y descendió una nube de fuego, (,^n) y rodeó la ciudad como un muro, y no pudieron huir. Y cuando Andrés supo lo que había sucedido, glorificó a Dios y dijo:
“¡Te bendigo, nuestro Señor Jesús el Mesías!”. Y todos los habitantes de la ciudad temblaron^ y lloraban y decían: “
¡Ay de nosotros! porque todas estas cosas nos han sucedido por causa del extranjero que está en la cárcel; pero vayamos y liberémoslo, para que no muramos miserablemente por estas aguas del diluvio y por este fuego”.
Y todos vinieron a la prisión, gritando con voz triste. Y cuando el bienaventurado Andrés vio que su espíritu se había humillado ante él, dijo a la columna (estatua): “Basta ya; no eches más agua. He aquí, saldré y predicaré la palabra de Dios; y te digo que, si el pueblo de esta ciudad cree, yo edificaré en ella una iglesia, y te sacaré de aquí, te transportaré y te estableceré en ella, en recompensa por haberme respondido y haber hecho lo que se te ordenó".
Y en ese momento la estatua dejó de fluir. Y Andrés salió de la prisión, y el agua corría ante sus pies. vio >>* El texto griego dice: vio una columna colocada sobre la columna, y sobre la columna había una estatua de alabastro.
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES 113
Entonces el anciano, que había entregado a sus hijos al matadero en su lugar, se acercó a él y le dijo: "Ten misericordia de nosotros, señor nuestro". Y Andrés respondió y le dijo:
Te pregunto, ¿cómo puedes decirme que debo tener misericordia de ti, cuando tú no tuviste misericordia (.^a^) de tus hijos? Pero yo os digo que dentro de poco estas aguas irán y serán tragadas en medio del abismo,
y estos verdugos, que estaban matando a los hombres, y tú también serás tragado con ellos. Y se volvió y dijo a la asamblea: "Venid todos en pos de mí". Y mientras iban tras él, las aguas se dividieron de un lado a otro ante los pies del santo (uno), hasta que llegó al lugar del abrevadero.
Y el bienaventurado Andrés levantó su rostro al cielo y oró, y la tierra se abrió y se tragó el agua y los verdugos y el anciano.
MATEO Y ANDRÉS, LOS BENDITOS APÓSTOLES114
Y cuando la gente de la ciudad vio lo que había sucedido, comenzaron a decir entre sí:
"¡Ay de nosotros! Porque este hombre ha sido enviado aquí por Dios, y nos matará a causa de los tormentos que le hicimos soportar; porque he aquí, como ha sido con los verdugos y con aquel anciano, (así) será con nosotros".
Y el bienaventurado Andrés, cuando oyó (esto), les dijo:
"No temáis, hijos míos, porque ni siquiera a éstos dejará Dios en el Seol; éstos han sido arrebatados a la tierra inferior, para que creáis". Entonces Andrés les ordenó que trajeran a todos los que se habían ahogado en el agua; pero no pudieron traerlos, porque los que habían muerto por el agua eran muchos, hombres y mujeres, niños y animales.
Entonces el bienaventurado (uno) oró ante Dios, y fueron resucitados y todos se levantaron.
Después de esto, los bautizó en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (onaja), y les trazó la imagen de una iglesia, que fue construida rápidamente.
Y trajeron la columna que había hecho fluir el agua y la colocaron en la iglesia. Y les trazó reglas y leyes por las cuales podrían subsistir, y les comunicó los misterios de nuestro Señor Jesús el Mesías, y les ordenó que sembraran y se alimentaran con el sudor de sus rostros.
Y se apresuró a alejarse de ellos; y ellos le suplicaban, desde el más joven hasta el mayor, y le decían:
"Te rogamos que te quedes con nosotros unos días, (pues) todavía somos niños en la fe, para que podamos recibir de tu bendita fuente y de tus divinas palabras". Pero él no consintió en quedarse con ellos, sino que siguió su camino.
MATTHEW AND ANDREW, THE BLESSED APOSTLES 116
Entonces nuestro Señor tomó ante él la forma de un niño hermoso y le dijo:
"¿Por qué vas y los dejas sin fruto, y no tienes compasión de los niños que vienen detrás de ti y gritan? Ahora, pues, regresa a la ciudad y quédate con ellos siete días; y cuando entres en la ciudad, saca a los que fueron tragados por el abismo".
Entonces Andrés glorificó a Dios y dijo: "Bendito seas, nuestro Señor Jesús el Mesías, porque no quieres que el hombre perezca, sino que viva".
Y regresó y entró en la ciudad. Y cuando la gente de la ciudad vio que había regresado, se regocijaron (con) una gran alegría.
Y pasó allí siete días, enseñándoles y confirmándoles en la fe de nuestro Señor. Entonces el bienaventurado Andrés oró, y los hombres, que habían sido tragados por el abismo, resucitaron.
Y después de siete días, toda la gente de la ciudad salió y lo acompañaba en su camino, desde el más joven hasta el más viejo, y gritaban y decían:
"Uno es el Dios del bienaventurado Andrés, nuestro Señor Jesús el Mesías, el Hijo de Dios vivo"; a quien corresponde gloria, adoración y acción de gracias, con su bendito Padre y su Espíritu Santo y vivo, por los siglos de los siglos. Amén.
Aquí termina la historia de Mateo y Andrés, cuando convirtieron la Ciudad de los Perros, que es ^Irka. >>^ Literalmente, y le estaban mostrando (el camino). Así al menos me atrevo a traducir coA oaoa ^fiUiJuMO como equivalente a xat irpoeirtfnrov avTov. Esto parece preferible a leer ^CLuOVSna , y se presentaron ante él. i2
ACTOS APÓCRIFOS DE LOS APÓSTOLES.
VOL. 2.
Digitalizado al INGLÉS
ACTOS APÓCRIFOS DE LOS APÓSTOLES,
EDITADO A PARTIR DE MANUSCRITOS DE STBIAC EN EL MUSEO BRITÁNICO
Y OTRAS BIBLIOTECAS POR W. WRIGHT, LL.D., Ph. D.;
REDACTADO Y TOMADO DE LA TRADUCCIÓN AL INGLÉS, corregida por el don y el poder de de dios donde lo amerite. Compendiado para facilitar su lectura y deleite por la gran audiencia de la fe y no para satisfacer el intelecto carnal y critica del histórico erudito. El fin es incrementar y fortalecer la fe y el testimonio de los fieles, llevar más almas a dios con la única mira para su honra y su gloria.
NOTAS INQUIETAS DE EL TRADUCTOR.
Este dia, cuando me dispuse y termine la traduccion de esta obra de el registro apocrifo corrupto en el que la encontre, senti que quiza me habia yo metido en camisa de iomce varas porque le buscaba tres patas al gato y no tenia ni una porque todo lo que entendie me olia a perro.
y me pregunte, no con intension de aconsejar a mi Dios p questionar su prudencia y sabiduria, pero con hambre de aprender, el poque Dios mando a Mateo a vivir a una ciudad de perros o cuyos habitantes practicaban el canibalismo y a Andres a rescatarlo y a predicarle a una generacion bobina de seres humanos mas malditos que los egypocios en los dias de Abrahan y Sara?
Porque desde el momento que vi el titulo de la traduccion en ingles y durante el proceso de traduccion pensaba que lugar podia ser ese donde estos hombres de Dios gfueron enviados como ovejas en medio de lobos?
Pero no solo eso, no podia pareciar el material espiritual o doctrinal o proposito de Dios y esos hombres hasta que Dios me ilumino y me habrio los ojos del entendimiento.
Entendi dos o tres cosas y una de ellas es que cuando Dios habla de perros, no solo se refiere a abogados y doctores de la ley como los que combatieron contra el durante su ministerio tempooral, sino a decendientes degenerados de la tribu de Benjamin dispersados entre Irka, Cirka, Sardis, Maremma, Cicily, Tuscany y otras regiones de Asia y el mediterraneo en los alrededores de itaila.
Benjamín es lobo rapaz;a la mañana comerá la presay a la tarde repartirá los despojos. Genesis 49;27
Una segunda cosa que comprendi es que toda palabra dicha por Jesus el Cristo se debe cumplir y que auque pasaren los cielos y la tierra su palabra no pasara. No solo eso sino que tambien el habia dicho a sus apostoles que los enviaria como ovejas entre la manada de lobos y que algunos de ellos, a saber sus apostoles, beberian de la amarga copa que el mismo habia bevido.
A algunos les parecera increible, legendaria y hasta mitologica la relacion que leemos sobre los actos de Mateo y de Andres en una tierra de canibales, pero no dejan de ser verdaderas por muy entropitantes que nos parescan ya que las escirturas son claras y nos vaticinan tanto en las bendiciones patriarcales de los doce principes de Israel asi como en los profetas que toda la casa de israel degeneraria en la incredulidad, que lucharian contra el cordero de Dios y sus ministros y apostoles, tal y como fue con todos los profetas que les fueraon enviados atravez de toda la histora de los Israelitas desde que fueron liberados de Egypto. Y que ellos, como tambien lo describe Isaias, hasta se beberian su propia sangre y se comerian su propia carne como en el caso de Efrain a Manases y Manases a Efrain en las americas como se describe en el Libro de Mormon y con lujo de detalles en la historia precolombina de los antiguos habitantes de las americas y de las islas del mar.
Por lo cual, no esta muy lejos de la realidad comcebir que tanto Mateo como Andres y sus didscipulos correspondientes, no solo fueron testigos esperciales de Jesucristo durante su vida y miniesterio en todas las cosas, sino tambien que ellos mismos experimentaron cosas iguales o peores en la carne. Y mas alla de esto, tambien esto da testimonio, y los faculta de la condicion espantosa de toda la casa de israel en Exilio y en Diaspora cuando han abandonado su religion y rechazado a su Dios.
A continuacion, podemos tambien apreciar una segunda traduccion del mismo documento pero con mas precision que nos daran una mejor medida de entendimiento del pillgrimage y gran sufrimiento y sacrificio de los ungidos del Senor uestro Dios y como pese a nuestra desoediencia y rebellion, no nos ha olvidado ni abandonado. Y que si el pudo perdonar a esos malditos y endemoniados idolatras que ultrajaron sin pudor a sus apostoles, que si nosotros somos mas obedientes y ponemos mas atencion a su palabra, quiza no tengamos que sufris tanta verguenza, sufrimiento y oprobio como nuestros antepasados. Porque no debemos olvidar que cuando Israel salio del Desierto a poseer la tierra de nuestra primera herencia y cuando vivieron bajo la tutela de Dios, sus Jueces, sus profetas y sus reyes, aun eran un pueblo santo y en gloria, civilizado y muy refinado y no con cazadores nalga pelada y con tapa rabo que se hartaban a si mismos como encontraron a algunos de ellos los conquistadores en Las Americas y en las Islas del Mar.
Y aquel inicuo viene y despoja a los hijos de los hombres de la luz y la verdad, por medio de la desobediencia, y a causa de las tradiciones de sus padres.
Doctrina y Convenios 93;39
Traducido justa e independientemente al español.
Por
Miguel Ángel Tinoco Rodríguez
VOL. II.
LA TRADUCCIÓN AL INGLÉS. WILLIAMS Y NOEGATE,
14, HENRIETTA STREET, COVENT GARDEN, LONDRES
Y 20, SOUTH FREDERICK STREET, EDIMBURGO. 1871. iv LONDRES :
IMPRESO POR GELBRBT Y RIYINOTON, WHITEFRLARS STREET, E.C.,
Y 8T. JOHN'S SQUARE, CLERKBNWELL, E.G.
Los hechos de Mateo y Andrés en la ciudad de los caníbales
Traducido al ingles por Tom Sharp
En el segundo siglo después de la muerte de Jesús, surgieron leyendas para llenar los vacíos sobre los cuales el Nuevo Testamento no dice nada, particularmente las experiencias de los apóstoles a quienes Jesús había instruido a “hacer discípulos de todas las naciones” (Mateo 28:19), incluso “hasta los confines de la tierra” (Hechos 1:8).
Estas leyendas de la suerte de los apóstoles entretuvieron a los primeros cristianos durante cientos de años. Esta historia fue escrita en griego probablemente poco antes del 400 d.C. por un monje egipcio. La ciudad de los caníbales era Marmadonia, que se cree que era un pueblo en Escitia, ahora en Crimea oriental; Andrés comienza su viaje desde la tierra de Acaya, una región de Escitia en la costa este del Mar Negro.
Esta traducción sigue la traducción al inglés antiguo de una traducción latina perdida del texto griego.
El texto tiene números de versículos en superíndice para facilitar la comparación del texto moderno con el inglés antiguo. El texto en inglés antiguo, “Sancte Andrea”, proviene de la obra Old English Grammar and Reader de Bright (en línea en wikisource), donde se titula “La leyenda de San Andrés”. Se utilizan números de verso y párrafos uno al lado del otro en lugar de versos uno al lado del otro para conservar la convención moderna de los párrafos en prosa. Los lectores pueden estar interesados en las siguientes afirmaciones:
El traductor del inglés antiguo creó un documento que refleja claramente su sensibilidad anglosajona, pero la derivación de esta prosa del latín hace que sea más fácil de leer y traducir al inglés moderno que textos poéticos en inglés antiguo como Beowulf.
La traducción es casi literal, con la intención de conservar el sabor y la redacción del inglés antiguo. La historia es intencionalmente entretenida, llena de exageraciones y otras formas retóricas de ingenio.
Te animo a leer el inglés antiguo en voz alta; es rico en un vocabulario que quizás desearíamos que todavía se pudiera disfrutar en inglés moderno.
El alfabeto inglés antiguo es el mismo que el alfabeto inglés moderno, excepto por el uso de thorns y eths. Thorns tiene la forma de la letra P, y eths tiene la forma de una letra D cruzada. Ambos se pronuncian como “th”, ya sea sonora o sorda, como en then o thin. Estos caracteres se incluyen en algunas fuentes TrueType modernas, como Times OE-Roman, junto con la ligadura estándar æ. En el texto en inglés antiguo, las vocales largas se indican con un macrón (una barra horizontal) sobre ellas.
Esta traducción apareció originalmente en el Volumen 2 de Medieval Forum, editado por George W. Tuma, profesor de inglés, y Dinah Hazell, académica independiente.
1Aquí dice que después de que nuestro Señor Salvador Cristo ascendió al cielo, los apóstoles estaban juntos, y echaron suertes entre ellos para saber a dónde iría cada uno de ellos.
2Dice que al bienaventurado Mateo le fue dada por suerte la ciudad de Marmadonia.
3Dice entonces que los hombres que estaban en esta ciudad no comían pan ni bebían agua, sino que comían carne de hombres y bebían su sangre. 4Y a cualquier extranjero que entraba en la ciudad, dice que inmediatamente lo agarraban y le sacaban los ojos, y le daban a beber una poción mezclada con mucha brujería, y cuando bebió esta bebida, inmediatamente su corazón se deshizo y su mente se trastornó.
5Mateo, el bienaventurado, fue a la ciudad, y rápidamente le sacaron los ojos,
6le dieron a beber una poción y lo enviaron a la cárcel.
7Le ordenaron que comiera la poción, pero él no la quiso, de modo que su corazón no se desanimó ni su mente se trastornó, 8sino que oraba continuamente al Señor con mucho llanto y le decía:
9«Señor Salvador mío, ¿por qué todos nosotros abandonamos nuestras familias y te seguimos, y pusimos toda nuestra confianza y creemos en ti? 10Mira ahora y observa cómo estos hombres tratan a tu siervo.
11Y te pido, Señor, que me devuelvas la luz de los ojos para que pueda ver a los que en esta ciudad han comenzado a causarme el peor tormento, y no me abandones, Señor Salvador mío, ni me entregues a esta muerte tan amarga».
12Cuando el bienaventurado Mateo terminó de decir esta oración, una gran luz y un gran resplandor iluminó la prisión, y en la luz se escuchó la voz del Señor que decía:
13«Mateo, amado mío, mírame.»
14Al mirar, Mateo vio al Señor Cristo, y de nuevo se escuchó la voz del Señor que le decía:
15«Mateo, sé fuerte y no tengas miedo, porque nunca te abandonaré, sino que te libraré de todas las tribulaciones; y no sólo a ti, sino también a todos tus hermanos y a todos los que crean en mí de todos los tiempos y para siempre.
16Pero quédate aquí veintisiete noches, y después te enviaré a Andrés, tu hermano, para que él te saque de esta prisión a ti y a todos los que están aquí contigo.» 17Dicho esto, el Señor le dijo de nuevo: «La paz esté contigo, Mateo.»
18Luego permaneció en la cárcel orando y cantando alabanzas al Señor.
19Entonces los hombres injustos entraron en la cárcel para sacar a los hombres y convertirlos en comida.
20Entonces el bienaventurado Mateo cerró los ojos para que los carceleros no vieran que tenía los ojos abiertos.
21Y se dijeron: «Faltan tres días para que lo matemos y lo convirtamos en comida».
22Había transcurrido veinte días desde que el bienaventurado Mateo fue enviado por el Señor Salvador a su apóstol Andrés, que estaba en la tierra de Acaya y enseñaba allí a sus discípulos,
23y le dijo: «Vayan a la ciudad de Marmadonia y traigan de allí a Mateo, porque faltan tres días para que lo maten y lo conviertan en comida».
24 El santo Andrés le respondió y dijo: «Señor mío, Salvador mío, ¿cómo podré ir allá en tres días? 25 Pero es mejor que envíes a tu ángel para que vaya más deprisa, porque tú sabes, Señor mío, que yo soy un hombre de carne y no puedo ir rápidamente allá, porque el viaje es demasiado largo y no puedo hacerlo».
26El Señor le dijo: «Andrés, escúchame, porque yo te hice, yo establecí y construí esto.
27Ve ahora a la orilla del mar con tus discípulos, y allí encontrarás un barco en la orilla.
28Sube a él con tus discípulos».
29Entonces el santo Andrés se levantó de mañana, fue con sus discípulos al mar y vio la barca en la orilla, y tres hombres sentados en ella.
30Y se alegró mucho y le dijo: Hermano, ¿adónde vas con esta barca?
31En el barco estaba el timonel, y con él estaban sus dos ángeles, que se transformaron en hombres.
32El Señor Cristo le dijo: «A la ciudad de Marmadonia».
33El santo Andrés le respondió y le dijo: «Hermano, llévanos contigo en esa nave y guíanos a aquella ciudad.»
34 El Señor le respondió: «Todos huyan de esa ciudad. 35 ¿Por qué quieres ir allá?»
36El santo Andrés le respondió: «Tenemos allí un asunto urgente y es necesario que lo cumplamos».
37El Señor Salvador le dijo: «Sube a este barco con nosotros y danos tu pasaje».
38 El santo Andrés le respondió: «Escucha, hermano, no tenemos para comer.
39 Pero nosotros somos discípulos de nuestro Señor Salvador, Cristo Jesús, a quien él escogió, y nos dio este mandato, diciendo: «Cuando vayan a predicar el evangelio, no lleven pan ni dinero ni una muda de ropa».
40 Si quieres mostrar bondad hacia nosotros, dínoslo pronto; si no, despídenos».
41El Señor Salvador le dijo: «Si este mandato te ha sido dado por tu Señor, sube con nosotros a bordo de mi nave.»
42El santo Andrés subió a la nave y se sentó delante del timonel (que era el Señor Salvador Cristo).
43El Señor Salvador le dijo: «Veo que tus hermanos están afligidos por la tempestad de este mar.
44Pregúntales si quieren que los lleven a la orilla y esperen allí hasta que cumplas tu servicio donde has sido enviado y regreses de nuevo a ellos».
45Entonces el santo Andrés les dijo: «Hijos míos, ¿queréis ir a la orilla y esperarnos allí?»
46 Sus discípulos le respondieron y dijeron: «Si te dejamos, nos perderemos de todo el bien que has preparado para nosotros. 47 Pero estaremos contigo dondequiera que vayas.»
46 Sus discípulos le dijeron: «Si te has olvidado de mí, te aseguro que te amo y te amo en todo el mundo. 47 Si te has olvidado de mí, te amo y te amo en todo el mundo.» 48 El Señor Salvador le dijo a Andrés: «Si en verdad quieres ser discípulo de aquel que se llama Cristo, habla a tus discípulos del milagro que realizó tu maestro, para que sus corazones sean bendecidos y olviden este miedo al mar.»
49 El santo Andrés dijo a sus discípulos: «Hubo una ocasión en que estábamos con nuestro Señor, cuando subimos a un barco con él.
50 Él parecía estar dormido para ponernos a prueba y agitó mucho el mar.
51 El viento arrebató las olas de tal manera que se agitaron sobre el barco.
52 Nosotros estábamos muy asustados y clamamos a él, el Señor Salvador Cristo. Él se levantó y ordenó al viento que se calmara, y una gran tranquilidad vino sobre el mar.
53 Todos los que vieron este milagro tuvieron miedo. 54 Ahora bien, hijos míos, no tengan miedo, porque nuestro Dios no nos ha abandonado».
55Cuando el santo Andrés dijo esto, apoyó la cabeza sobre uno de sus discípulos y se durmió.
56Entonces el Señor Salvador vio que el santo Andrés dormía. Dijo a sus ángeles: «Tomen a Andrés y a sus discípulos y pónganlos frente a la ciudad de Marmadonia; y cuando los hayan puesto allí, regresen a mí».
57Y los ángeles hicieron como se les dijo, y él se elevó al cielo.
58 Por la mañana, el santo Andrés estaba acostado frente a la ciudad de Marmadonia, y sus discípulos dormían allí con él.
59 Él los despertó y les dijo: «Levántense, hijos míos, y vean la bondad que Dios nos ha mostrado.
60 Nosotros sabemos que nuestro Señor estaba con nosotros en la nave, y no lo reconocimos.
61 Él se humilló como timonel y se apareció como hombre para ponernos a prueba».
62Entonces el santo Andrés miró al cielo y dijo: «Señor mío, Cristo Salvador, sé que nunca estás lejos de tus siervos.
63Y te vi en la barca y te hablaba como a un hombre. 64Ahora pues, Señor, te pido que te me aparezcas en este lugar».
65Dicho esto, el Señor se le apareció en su presencia en forma de un niño hermoso y le dijo: «Andrés, y tus discípulos, mira.»
66The holy Andrew prayed and said, “Forgive me, my Lord, that I was speaking to you as to a man. 67And I probably have sinned, because I didn’t recognize you.”
68Entonces el Señor le dijo: «Andrés, de ninguna manera has pecado, sino que lo hice porque dijiste que no tenías poder para venir aquí en tres días.
69Me aparecí así a ti porque tengo poder para hacer todo y aparecerme a quien quiera.
70Ahora, pues, levántate y ve a la ciudad a casa de tu hermano Mateo, y sácalo de la ciudad a él y a todos los que están con él.
71He aquí, Andrés, te digo que a causa de los muchos tormentos que te infligirán, arrastrarán tu cuerpo por las calles de la ciudad hasta que tu sangre corra por la tierra como agua.
72Te llevarán a la muerte; pero no puede ser, aunque te impongan muchos sufrimientos.
73 Pero Andrés, sopórtalo todo y no sigas su incredulidad. 74 Recuerda cuánto padecí a manos de los judíos, que me colgaron y me escupieron en el rostro;
75pero todo lo soporté para mostrarte cómo debes soportarlo.
76Escúchame, Andrés, y sufre esos tormentos, porque muchos son en esta ciudad los que deberían creer en mi nombre.
77Y habiendo dicho esto, el Señor Salvador Cristo, subió al cielo.
78Entonces el santo Andrés entró en la ciudad con sus discípulos, y no pudieron ver a nadie.
79Cuando llegaron a las puertas de la cárcel, encontraron allí siete guardias de pie.
80Entonces el santo Andrés oró en su corazón y rápidamente murieron.
81Entonces el santo Andrés llegó a las puertas de la cárcel e hizo la señal de Cristo, y rápidamente las puertas se abrieron.
82Y entró en la cárcel con sus discípulos y vio al bienaventurado Mateo sentado solo cantando.
83Entonces el bienaventurado Mateo y el santo Andrés se besaron. 84El santo Andrés le dijo: «¿Qué te pasa, hermano? ¿Cómo estás aquí?
85Faltan tres días para que te maten y te conviertan en alimento para ellos».
86 El santo Mateo le respondió y le dijo: «Hermano Andrés, ¿no has oído que el Señor dijo: “Por eso te envié como oveja en medio de lobos”?
87 Sucedió que cuando me pusieron en esta prisión, rogué a nuestro Señor que se revelara,
88 y enseguida se me apareció y me dijo: “Quédate aquí veintisiete días y después te enviaré a tu hermano Andrés, quien te sacará de esta prisión a ti y a todos los que están contigo”.
89 Tal como me dijo el Señor, así lo veo. 90 Hermano, ¿qué debemos hacer ahora?”
91 Los santos Andrés y Mateo oraron al Señor.
92 Después de esta oración, el santo Andrés puso su mano sobre los ojos de los hombres que estaban en el lugar, y recobraron la vista.
93 Luego puso de nuevo su mano sobre sus corazones, y recobraron la conciencia.
94 El santo Andrés les dijo: «Vayan a la parte baja de esta ciudad y encontrarán allí una gran higuera.
95 Siéntense debajo de ella y coman de su fruto hasta que yo llegue a ustedes».
96Dijeron al santo Andrés: «Ven ahora con nosotros, porque tú eres nuestro señor, no sea que por casualidad nos atrapen de nuevo y nos traigan los peores tormentos».
97Entonces el santo Andrés les dijo: «Vayan allá, porque no les harán ningún daño ni les harán daño».
98Y todos se fueron rápidamente, como el santo Andrés les había dicho.
99Y había en la prisión 2.048 hombres y 49 mujeres, a quienes el santo Andrés envió fuera.
100Y envió al bienaventurado Mateo con sus discípulos por la puerta oriental.
101Entonces el santo Andrés llamó a una nube, y la nube tomó a Mateo y a los discípulos de Andrés y los puso sobre una colina donde estaba el bienaventurado apóstol Pedro, y él permaneció allí con ellos.
102Entonces el santo Andrés salió de la prisión y comenzó a caminar por el centro de la ciudad.
103Y llegó a cierto lugar y vio allí una columna en pie, y sobre la columna la figura de un águila.
104Y se sentó junto a la columna para esperar lo que le sucediera.
105Entonces llegaron unos hombres injustos para sacar a los hombres y convertirlos en comida, y encontraron las puertas de la cárcel abiertas y a los siete guardias muertos.
106Al ver esto, volvieron a sus concejales y dijeron: «Encontramos la cárcel abierta, y cuando entramos no encontramos a nadie allí».
107Al oír esto, los jefes sagrados se preguntaron: «¿Cómo puede ser esto?
108Seguro que algún monstruo entró en la prisión y mató a los guardias y liberó inmediatamente a los que estaban presos».
109Después de esto, el diablo se les apareció en forma de un joven y les dijo: «Escúchenme. Busquen aquí a un hombre extranjero llamado Andrés y mátenlo.
110Él es el que sacó de la cárcel a los presos, y ahora está en esta ciudad.
111Vayan tras él, hijos míos, apresúrense y mátenlo.»
112Entonces el santo Andrés dijo al diablo: «Mira, tú, el más duro aguijón de la injusticia de todos, tú que siempre luchas con el pecado del hombre, mi Señor Salvador Cristo te arrojó una vez al infierno».
113Al oír esto, el diablo le dijo: Oigo tu voz, pero no sé dónde estás.
114El santo Andrés le respondió: «Porque eres ciego, no ves a ninguno de los santos de Dios».
115Entonces el diablo dijo a la gente: «Miren a su alrededor y encuéntrenlo, porque el que habla conmigo es ése».
116El pueblo se apresuró a cerrar las puertas de la ciudad y se puso a buscar a San Andrés para apresarlo.
117Entonces el Señor Salvador se le apareció a San Andrés y le dijo: «Andrés, levántate y muéstrate ante ellos, para que reconozcan mi poder tal como es».
118Entonces el santo Andrés se levantó a la vista del pueblo y dijo: «Yo soy el Andrés a quien buscáis».
119Entonces el pueblo se abalanzó sobre él, lo agarró y le dijo: «Porque nos hiciste esto, te lo pagaremos». 120Y pensaban cómo matarlo.
121Entonces el diablo intervino y dijo al pueblo: «Si quieren, atemos una cuerda al cuello y arrastrémoslo por las calles de la ciudad, y hagamos esto hasta que muera.
122Y cuando muera, repartiremos su cuerpo entre nuestros ciudadanos».
123Y a todo el pueblo que oyó esto le gustó, y rápidamente le ataron una cuerda al cuello y le arrastraron por las calles de su ciudad.
124Cuando el santo Andrés fue arrastrado, su cuerpo se mezcló con la tierra mientras su sangre fluía sobre la tierra como agua.
125Hecho esto, le enviaron a la cárcel, le ataron las manos a la espalda y le dejaron con todo su cuerpo destrozado.
126 Al día siguiente hicieron lo mismo.
127 Entonces el santo Andrés lloró y dijo: «Señor mío, Salvador Cristo, ven y mira lo que me están haciendo a mí, tu siervo, y todo lo que sufro por el mandato que me diste.
128 Y dijiste: «Y no sigáis su incredulidad».
129 Mira, Señor, y mira lo que me están haciendo.»
130Y dicho esto, el diablo dijo al pueblo: Golpéenlo en la boca, para que no hable así.
131Entonces lo metieron de nuevo en la cárcel.
132Entonces el diablo tomó consigo otros siete demonios, a los cuales el santo Andrés hizo huir.
133Y entrando en la cárcel, se presentaron ante el santo Andrés y se burlaron de él con gran desprecio, diciendo: «¿Qué tienes aquí?
134¿Quién te librará ahora de nuestro control?
135¿Dónde está tu jactancia y tu esperanza?»
136Entonces el diablo dijo a los otros demonios: «Hijos míos, matadlo, porque nos ha insultado a nosotros y a nuestra obra».
137Entonces los demonios se precipitaron sobre el santo Andrés y vieron la cruz de Cristo en su rostro.
138No se atrevieron a acercarse a él, sino que huyeron rápidamente.
139El demonio les dijo: «Hijos míos, ¿por qué no lo matáis?»
140Ellos le respondieron: «No pudimos, porque vimos la cruz de Cristo en su rostro y tuvimos miedo.
141Lo reconocimos, porque antes de que se viera en este problema era nuestro señor.
142Si pueden, mátenlo.
143No los obedeceremos en esto, ya que es probable que Dios lo entregue y nos envíe a nosotros a tormentos aún mayores».
144Entonces el santo Andrés les respondió: «Aunque me matéis, no cumplo vuestras órdenes, sino las de mi Señor y Salvador, Cristo».
145Al oír esto, ellos huyeron.
146Cuando llegó la mañana, volvieron a torturar al santo Andrés.
147Y él suspiró con gran tristeza al Señor y dijo: «Mi Señor Salvador Cristo, estoy harto de este tormento, porque estoy cansado.
148Mi Señor Salvador Cristo, tú estuviste colgado en la cruz durante tres horas, y dijiste: «Padre, ¿por qué me has abandonado?»
149Ahora, durante tres días, he sido arrastrado por las calles de la ciudad.
150Tú, Señor, conoces la fragilidad de la humanidad.
151Prométeme recibir mi espíritu.
152¿Dónde está tu palabra, Señor, con la que nos fortaleciste, y dijiste: «Si me escuchas y me sigues siempre, ni un mechón de tu cabello será destruido»?
153Mira, Señor, y observa, porque mi cuerpo y el cabello de mi cabeza están mezclados con la tierra.
154He aquí, durante tres días he sido sometido al peor de los tormentos, y no te has aparecido a mí.
155¡Señor mío Salvador Cristo, fortalece mi corazón!”
156Cuando el santo Andrés hubo orado esto, la voz del Señor comenzó a hablar en hebreo: «Mi Andrés, el cielo y la tierra pueden pasar, pero mi palabra nunca pasará.
157Mírate a ti mismo y mira lo que ha sucedido con tu cuerpo y los cabellos de tu cabeza».
158Y el santo Andrés miró, y vio un árbol frutal que daba flores, y dijo: Ahora sé, Señor, que no me has abandonado.
159Al anochecer, cuando lo encerraron en la cárcel, se dijeron: «Esta noche morirá».
160El Señor Salvador Cristo se le apareció en la prisión, y extendiendo la mano, tocó a Andrés y le dijo: «Andrés, levántate».
161 Al oír esto, se levantó de inmediato, sano, y oró y dijo: «Te doy gracias, Señor y Salvador Cristo».
162Entonces el santo Andrés miró, y vio en medio de la prisión una columna en pie, y encima de la columna una semejanza de piedra.
163Y extendió su mano y le dijo: «Ten temor del Señor y de su cruz; ante ellos tienen miedo el cielo y la tierra.
164Ahora pues, semejanza, haz lo que te ordeno en el nombre de nuestro Señor y Salvador Cristo.
165Echa por tu boca tanta agua que todos los que están en esta ciudad sean destruidos».
166Y al decir esto, el santo Andrés, en seguida la semejanza de piedra envió tanta agua como salmuera por su boca, que ahogó los cuerpos de los hombres.
167 Y mató a sus hijos y a sus animales, y todos querían escapar de la ciudad.
168 Entonces el santo Andrés dijo: «Mi Señor Salvador Cristo, no me abandones, sino envíame a tu ángel desde el cielo en una nube de fuego que rodee toda esta ciudad para que nadie escape a causa del fuego».
169 Y dicho esto, una nube de fuego descendió del cielo y rodeó toda la ciudad. 170 Cuando el bienaventurado Andrés percibió esto, bendijo al Señor.
171El agua llegó hasta el cuello de todos y rápidamente los ahogó.
172Todos gritaron y dijeron: «¡Ay de nosotros! Porque todo esto le sucedió a este extranjero que tenemos atado en la cárcel. ¿Qué haremos?»
173Algunos de ellos dijeron: «Si así os parece, vayamos a la cárcel y dejémoslo salir, no sea que perezcamos miserablemente.
174Y todos clamemos y digamos, porque creemos en el Señor de este extranjero, que aleje de nosotros esta miseria».
175Y viendo el bienaventurado Andrés que se habían convertido al Señor, dijo a la imagen de piedra: «Detente ahora por el poder del Señor, y no envíes más agua de tu boca.»
176Y dicho esto, el agua cesó, y no salió más de la boca.
177Entonces el santo Andrés salió de la cárcel, y las aguas mismas retrocedieron obedientemente ante sus pies.
178Y los que habían quedado, vinieron a las puertas de la cárcel y dijeron: «Ten misericordia de nosotros, Dios, y no nos hagas como hicimos con este extranjero».
179Entonces el santo Andrés oró a la vista del pueblo, y la tierra se abrió y se tragó el agua alrededor de los hombres.
180Los hombres que vieron esto tuvieron mucho miedo de él y dijeron: «¡Ay de nosotros!, porque esta muerte es de Dios.
181Y él nos matará por el sufrimiento que infligimos a este hombre.
182Verdaderamente él es enviado de Dios y es siervo de Dios».
183Entonces el santo Andrés les dijo: «Hijos míos, no tengan miedo, porque los que aún estén en estas aguas volverán a vivir.
184Pero esto ha sucedido para que crean en mi Señor y Salvador, Cristo.»
185Entonces el santo Andrés pidió al Señor y dijo: «Mi Señor Salvador Cristo, envía aquí tu Espíritu Santo para que despierte a todos los que están en estas aguas, para que crean en tu nombre».
186Entonces el Señor ordenó a todos los que estaban en el agua que se levantaran.
187Después de esto, el santo Andrés mandó que se construyera una iglesia en el lugar donde estaba la columna, y les dio los mandamientos del Señor Salvador Cristo.
188Y ámenlo porque su poder es grande.
189Y nombró obispo a uno de los concejales, y los bautizó y dijo: «Ahora estoy listo para ir a mis discípulos».
190Todos le preguntaron y dijeron: «Quédate con nosotros un poco más de tiempo, para que puedas confirmarnos, porque somos nuevos en esta creencia».
191Pero el santo Andrés no los escuchó, sino que se despidió de ellos y los dejó. 192Una gran multitud del pueblo lo siguió, llorando y lamentándose. 193Y echaron ceniza sobre sus cabezas.
194Cuando el santo Andrés se iba, el Señor Salvador Cristo se le apareció en el camino en la imagen de un niño hermoso y le dijo: «Andrés, ¿por qué te vas así sin el fruto de tu lucha?
195Y estás abandonando a quienes te llamaron, y no te compadeces de sus hijos, que te seguían y lloraban, de modo que su llanto y miseria llegaron hasta mí en el cielo.
196Ahora, pues, regresa de nuevo a la ciudad y quédate allí siete días, hasta que hayas confirmado sus mentes en mi fe.
197Ve, pues, a la ciudad con tus discípulos, y cree en mi fe.»
198Y habiendo dicho esto, el Señor Salvador Cristo se elevó al cielo.
199El bienaventurado Andrés regresó de nuevo a la ciudad de Marmadonia y dijo: «Te bendigo, mi Señor Salvador Cristo, tú que conviertes a todas las almas, porque no me dejaste ir de esta ciudad en mi ira».
200Se alegraron con gran alegría.
201Y permaneció allí con ellos durante siete días, enseñándoles y fortaleciendo sus corazones en la fe en nuestro Señor Salvador Cristo.
202Cuando pasaron siete días, como el Señor ordenó, dejó la ciudad de Marmadonia y se apresuró a reunirse con sus discípulos.
203Y todo el pueblo lo acompañó con alegría y dijeron: «Uno es el Señor Dios, el Salvador Cristo y el Espíritu Santo; a ellos sea la gloria y el poder en la Santísima Trinidad por todo el ancho mundo verdaderamente sin fin». Amén.
Derechos de autor © 2000, 2017 por Tom Sharp
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