PARA EL QUE TIENE FE TODO ES POSIBLE

Sí, y ¿cómo es que habéis olvidado que el Señor tiene poder de hacer todas las cosas según su voluntad, para los hijos de los hombres, si es que ejercen la fe en él? Por tanto, seámosle fieles. (Libro de Mormón | 1 Nefi 7:12)

Monday, August 5, 2024

No contristéis al Espíritu Santo que ha entrado en prisión con vosotros

 

Turteliano de Cartago

Presbitero y Martyr de La Iglesia de Jesucristo

Y

De los Santos de Los Primeros Dias

Quinto Septimo Flores, Totalmente Honesto o Simplemente Turteliano, fue supervisor o capataz en Cartago que vivio entre los años 170 y122 despues del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo; y quien escribio muchos escritops cortos y extensas apologias para la Iglesia y los Santos y Martires de Dios entre los años 195 y 215.  

Turteliano nacio y vivio casi toda su vida en Cartago. El fue hijo de una familia pagana donde fue educado como abogado y quien posteriorment llego a ser un renombrado abogado en las corte Romana; y luego de convertirse en Cristiano en el  año196 regreso de nuevo a vivir a Cartago, su tierra natal.

Se cree, según los registros que Turteliano nos dejo, que su conversion fue el resultado de presenciar la fidelidad the los santos martires de la iglesia. El tambien, trajo comnsigo sus abilidades legales a la iglesia y utiliso mucha de su terminologia legal en sus escritos. Como muchos otros cristianos del norte de africa, Teruliano fue un celoso discipulo y seguidor de Jesucristo. El cai mal al regimen institucional de la iglesia y se empeñaba en enfatizar un estandarte extremeadamente alto de moralidad y vida cristiana. Teruliano se desilusionaba cada vez más por la mundanalidad de la iglesia al grado que fue atraído y compagino fácilmente con el celo, y las rigorosas demandas morales de los desafectados marianistas a los cuales eventualmente se unió. Pero antes de que eso sucediera, el sirvió como Presbítero en la Capilla de la Iglesia de Jesucristo en Cartago.

Tertuliano fue un muy prominete y proflifero author que amaestro el Latin mejor que ningun otro y fue dotado desde su bautismo con el Don de Aaron tocante a los asuntos de la iglesia. En el estaba por derecho sacerdotal, no tan diferente a Oliver Cowndery o algun otro Sumo Sacerdote de la Casa de Aaron, la llave del evangelio de arrepentimiento, la llave de la lettra del evangelio para predicar, exponer, exhortar y hasta modificar la letra de las santas escrituras según las revelaciones y mandamientos de Dios para el entendimiento de todos.

Los registros sobre Turteliano indican que el fue el primer author que empleo muchos terminos teologicos que fueron posteriormente utiilizados en debates theologicos,  como por ejemplo el termino de la Trinidad y la naturaleza de Dios, y que aun todavia contnua siendo parte del vovabulario cristiano. En sus escritos no solo podemos leer pero tambien sentir en la elocuencia de un arcangel el fuego de su pasion y su memorable e impresionante manera de expresar sus pensamientos y sentimientos sin lugar a la moderacion y aun hasta los extremos.

En sus extenso libros o volumenes de escritos, Tertuliano cobria una ancha y anolia variedad de temas inlcuyendo la defensa de el Cristianismo ante las autoridades romanas atacando las herejias y la conducta moral de los Cristianos y tambien los temas sujetos doctrinales.

Tuerteliano escribió varios escritos apologéticos, de los cuales uno de los escritos más reconocidos fue la apología que escribió prontamente después de su conversión y que estaba dirigida a las autoridades romanas utilizando astuta intrepidez argumentos jurídicos conmovedores indicando que solo los emperadores malvados persiguieron a los cristianos. El también demostró que las leyes contra los cristianos eran ilógicas, odiosas y que la persecución de la iglesia era ilegal. Contrarrestando múltiples y diferentes herejías, Turteliano escribió no pocos volúmenes.  

Su prescripción de los Heréticos contra los Gnósticos o Intellectuales desilusionados que se separaban de la verdadera vid de su epoca que no es tan diferente a los de nuestra epoca fue escrita mientras el aun permanecía en comunión con la Iglesia. El mostro como lo dice y lo indica El ángel del Señor Jesucristo en el Libro Primero de Nefi, capitulo 13 unos 600 años antes de su propio nacimiento que la verdad o las escrituras habían procedido primeramente de los Judíos a los gentiles en toda su pureza. Y valga la redundancia, que la verdad fue pasada a ellos como la regla de la fe de los apóstoles originales a la iglesia apostólica en lugar de simplemente ser descubierta como resultado de la especulación de los heréticos. 

 


Turteliano declaro que los heréticos no tenían derecho a referirse a las escrituras como lo hacen los académicos y cualquier cantidad falsos maestros, pastores y ministros de nuestro día. El también escribió contra Mark Ion demostrando la unidad entre el Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento. Y mientras formaba parte de los Montañistas, el también escribió contra Praxius en el cual el ataco el Moralismo o lo que hoy conocemos como el miedo de ofender o incomodar como Eli ante sus hijos; y preferir ser policiacamente correcto. El acuso a Praxius de haber puesto a Paraclete a la fuga y también de crucificar al padre.

Pero eso no es todo, tal y cual Dios mismo lo manifiesta a Moroni por medio de su Padre Mormón, Tertuliano hablo sobre el bautismo criticando el bautismo de los infantes como un sacrilegio y sugiriendo que el bautismo es mejor aplazarlo hasta más tarde en la vida porque solo un pecado mortal es perdonado después del bautismo. Tertuliano también escribió tocante al silbido y el canto al alma compungida o al espíritu tribulado y en tormento empleando la psicología. Y mientras aun con los Montanistas, siguió atacando la mundanalidad de la iglesia tal cual lo hizo Moroni en su exhortación a nosotros y la santa iglesia,  diciendo que era carente y corrupta, argumentando por disciplina más estricta a los creyentes desafectados y recayentes.   

Una de las cualidades inexasustivas y excepcionales de Turteliano como maestro y sacerdote de Dios mas que de la Iglesia, era la valentia moral y el intelecto moral que lo caracterizaban y dotaban de la audacidad y habilidad divina para predicar, redarguir, exponer, exortar, convencer y asi fortalecer a los santos en sus mas precarias tribulaciones. Esto es mas que evidente en una de sus cartas a los martyres en la que el manifiesta sus convicciones, y el poder de su fe. Y fue esa primera carta precisamente y su modelo familiar de expression el que me inspiro a escribir hoy estas cosas referentes a el; y la cual, me es necesario compartir aquí para el deleite de todos los amantes de la verdad y los santos de Dios y los menesterosos que estan tan sedientos de Justicia y hambreintos de rectitud en un mundo oscuro y perdido, como lo estoy yo. Y donde les dice a los martires de la antigüedad  y tambien a nosotos, como tambien lo hicieron El Profeta Alma hijo y El Apostol Pablo, para prepararnos tambien a nosotros para la gran persecusion, reclucion y la arena de los espectaculos, o cualquier gran de o pequeña tribulaacion, por si acaso:

 

A LOS MÁRTIRES

 por Tertuliano

Bienaventurados mártires elegidos, junto con el alimento para el cuerpo que Nuestra Señora Madre la Iglesia de su seno, así como también los hermanos individuales de sus recursos privados, os proporcionan en la prisión, aceptad también de mí alguna ofrenda que contribuya al sustento del espíritu. Porque no es bueno que la carne se sacie mientras el espíritu pasa hambre. En efecto, si se brinda cuidado a lo que es débil, hay razón aún mayor para no descuidar lo que es aún más débil.

No es que yo tenga derecho especial a exhortaros. Sin embargo, incluso los gladiadores más expertos son estimulados no sólo por sus entrenadores y directores, sino también desde lejos por personas inexpertas en este arte y por todos los que eligen, sin la menor necesidad de ello, de modo que las insinuaciones emitidas por la multitud les han resultado a menudo útiles.

En primer lugar, pues, oh bienaventurados, 'no contristéis al Espíritu Santo que ha entrado en prisión con vosotros. Porque, si Él no os hubiera acompañado allí en vuestra prueba actual, no estaríais allí hoy.

Por tanto, procurad que Él permanezca allí con vosotros y os conduzca de ese lugar al Señor.

En efecto, la prisión es también la casa del diablo, donde tiene a su familia. Pero vosotros habéis venido a la prisión precisamente para pisotearlo en su propia casa, pues ya habéis entablado batalla con él fuera de la prisión y lo habéis pisoteado.

Por tanto, que no diga: "Ahora que están en mi dominio, los tentaré con odios bajos, con deserciones o disensiones entre ellos". Que huya de vuestra presencia y que, enroscado y entumecido, como una serpiente a la que se expulsa con hechizos o humo, se esconda en lo más profundo de su guarida. No le permitáis la buena fortuna de enfrentaros en su propio reino, sino que os encuentre fortalecidos por las armas de la paz entre vosotros, porque la paz entre vosotros significa guerra contra él.

Algunos, no pudiendo encontrar esta paz en la Iglesia, suelen buscarla en los mártires encarcelados. Por eso también vosotros debéis poseerla, cuidarla y conservarla entre vosotros, para que tal vez podáis transmitirla también a los demás.

Otros afectos igualmente gravosos para el espíritu pueden haberte acompañado hasta la puerta de la prisión; hasta ahí pueden haberte escoltado también tus parientes. Desde ese mismo momento has estado separado del mundo mismo. ¡Cuánto más, entonces, de su espíritu, de sus modos y de sus acciones! No dejes que esta separación del mundo te inquiete. Porque, si reflexionamos en que es el mundo mismo el que es más verdaderamente una prisión, nos daremos cuenta de que has salido de una prisión en lugar de haber entrado en ella.

El mundo contiene la mayor oscuridad, que ciega los corazones de los hombres. El mundo pone las cadenas más pesadas, encadenando las mismas almas de los hombres. El mundo exhala las impurezas más sucias: las concupiscencias humanas.

Por último, el mundo contiene el mayor número de criminales, es decir, toda la raza humana. De hecho, no espera la sentencia del procónsul, sino de Dios.

Por lo tanto, oh bienaventurados, consideraos como si hubierais sido trasladados de la prisión a lo que podríamos llamar un lugar de seguridad. Allí hay oscuridad, pero vosotros sois luz; Allí están los grilletes, pero tú eres libre ante Dios. Allí se exhala un olor nauseabundo, pero tú eres un olor dulce. Allí se espera al juez a cada momento, pero tú vas a dictar sentencia sobre los mismos jueces.

Allí la tristeza puede sobrevenir al hombre que suspira por los placeres del mundo. El cristiano, sin embargo, incluso cuando está fuera de la prisión, ha renunciado al mundo y, cuando está en prisión, incluso a la prisión misma. No importa en qué parte del mundo te encuentres, tú que estás apartado del mundo.

Y si has perdido algunos de los placeres de la vida, recuerda que es propio de los negocios sufrir pérdidas para obtener mayores ganancias. No digo nada todavía sobre la recompensa a la que Dios invita a los mártires. Mientras tanto, comparemos la vida en el mundo con la de la prisión para ver si el espíritu no gana más en la prisión de lo que pierde la carne allí.

En efecto, gracias a la solicitud de la Iglesia y a la caridad de los hermanos, la carne no pierde allí lo que debe tener, mientras que, además, el espíritu obtiene lo que siempre es beneficioso para la fe: no miráis a dioses extraños; no os encontráis por casualidad con sus imágenes; no participáis, ni siquiera por el mero contacto físico, en fiestas paganas; no os atormentan los humos pestilentes de los banquetes sacrificiales, no os atormenta el ruido de los espectáculos, ni la atrocidad, el frenesí o la desvergüenza de los que toman parte en las celebraciones; vuestras miradas no se posan en casas de lujuria; estáis libres de incitaciones al pecado, de tentaciones, de recuerdos impíos, libres, en efecto, incluso de persecución.

La prisión ofrece ahora al cristiano lo que el desierto dio antaño a los profetas. Nuestro Señor mismo pasaba con frecuencia tiempo en soledad para orar allí con más libertad, para estar allí apartado del mundo. De hecho, era en un lugar apartado donde manifestaba su gloria a sus discípulos. Abandonemos el nombre de «prisión» y llamémoslo lugar de reclusión.

Aunque el cuerpo esté confinado, aunque la carne esté detenida, no hay nada que no esté abierto al espíritu. En espíritu, vagad, caminad, no os fijéis paseos sombríos ni largos pórticos, sino el camino que conduce a Dios. Cuantas veces caminéis por ese camino, no estaréis en prisión.

La pierna no siente el grillete cuando el espíritu está en el cielo. El espíritu lleva a todo el hombre y lo lleva adonde él quiere. Y donde esté vuestro corazón, allí estará también vuestro tesoro. Allí, pues, que esté nuestro corazón donde queremos tener nuestro tesoro.

Ahora bien, ¡oh bienaventurados!, admitamos que la prisión es desagradable incluso para los cristianos; sin embargo, fuimos llamados al servicio en el ejército del Dios vivo en el mismo momento en que respondimos a las palabras del juramento sacramental. Ningún soldado sale a la guerra cargado de lujos, ni marcha al frente de batalla desde el dormitorio, sino desde tiendas ligeras y estrechas donde se experimenta toda clase de austeridad, incomodidad e incomodidad.

Incluso en tiempo de paz, los soldados se endurecen para la guerra con trabajos y penalidades: marchando con armas, practicando maniobras rápidas en el campo, cavando una trinchera, uniéndose estrechamente para formar un escudo de tortuga. Todo está destinado a sudar el sudor, para que los cuerpos y las mentes no se asusten al tener que pasar de la sombra al sol, del sol al frío helado, de la túnica al peto, del silencio sepulcral al grito de guerra, del descanso al estruendo de la batalla.

De la misma manera, oh bienaventurado, considera todo lo que te resulta difícil en la situación actual como un ejercicio de tus fuerzas mentales y corporales. Estás a punto de entrar en una noble competición en la que el Dios viviente actúa como superintendente y el Espíritu Santo es tu entrenador, una competición cuya corona es la eternidad, cuyo premio es la naturaleza angelical, la ciudadanía en el cielo y la gloria por los siglos de los siglos.

Por eso, tu Maestro, Jesucristo, que te ha ungido con su Espíritu y te ha traído a este campo de entrenamiento, ha decidido, antes del día de la competición, llevarte de una forma de vida más suave a un tratamiento más duro para que tu fuerza aumente. Porque también a los atletas se les aparta para que se dediquen a la construcción de su fuerza física. Se les impide vivir lujosamente, comer platos más tentadores, beber bebidas más placenteras. Se les anima, se les somete a trabajos torturantes, se les agota: cuanto más se han esforzado, más grande es su esperanza de victoria.

Y esto, dice el Apóstol, para ganar una corona perecedera. Nosotros, que vamos a ganar una eterna, reconocemos en la prisión nuestro campo de entrenamiento, para ser conducidos a la verdadera contienda ante el tribunal del presidente, bien entrenados en todas las penalidades, porque la fuerza se construye con la austeridad, pero se destruye con la debilidad.

Sabemos por la enseñanza del Señor que, mientras el espíritu está dispuesto, la carne es débil. Sin embargo, no nos dejemos llevar por la ilusión de que el Señor reconozca la debilidad de la carne. Porque fue a propósito que Él declaró primero que el espíritu está dispuesto: quiso mostrar cuál de los dos debe someterse al otro, es decir, que la carne debe estar sumisa al espíritu, el más débil al más fuerte, para que el primero saque fuerza del segundo.

Que el espíritu hable con la carne sobre su salvación común, no pensando ya en las penalidades de la prisión, sino, más bien, en la lucha de la contienda real. La carne tal vez tema la espada pesada y la cruz alta y las fieras enloquecidas de ira y el castigo más terrible de todos -la muerte por fuego- y, finalmente, toda la astucia del verdugo durante el suplicio.

Pero que el espíritu se presente a sí mismo y a la carne el otro lado del cuadro: es cierto que estos sufrimientos son dolorosos, pero muchos los han soportado con paciencia, es más, los han buscado por su propia cuenta por el bien de la fama y la gloria; y esto es cierto no sólo de los hombres sino también de las mujeres, para que también vosotras, oh benditas mujeres, seáis dignas de vuestro sexo.

Me llevaría demasiado lejos si enumerara a cada una de las que, llevadas por el impulso de su propia mente, terminaron con su vida por la espada. Entre las mujeres, está el caso bien conocido de Lucrecia. Víctima de violencia, se apuñaló a sí misma en presencia de sus parientes para ganar gloria por su castidad. Mucio se quemó la mano derecha en el altar para que su buena fama incluyera este hecho.

Tampoco los filósofos actuaron con menos coraje: Heráclito, por ejemplo, que terminó con su vida untándose con estiércol de vaca; Empédocles, también, que se arrojó a las llamas del monte Etna; y Peregrinus, que no hace mucho se arrojó sobre una pira funeraria. ¡Hasta las mujeres han despreciado las llamas! Dido lo hizo para no verse obligada a casarse después de la partida del hombre que más amaba; la esposa de Asdrúbal, también, con Cartago en llamas, se arrojó junto con sus hijos al fuego que estaba destruyendo su ciudad natal, para no ver a su esposo suplicando a los pies de Escipión.

Régulo, un general romano, fue hecho prisionero por los cartagineses, pero se negó a ser el único romano intercambiado por un gran número de cautivos cartagineses. Prefirió ser devuelto al enemigo y, hacinado en una especie de cofre, sufrió tantas crucifixiones como clavos le clavaron desde fuera en todas direcciones para atravesarlo. Una mujer buscó voluntariamente fieras, es decir, víboras, serpientes más horribles que el toro o el oso, que Cleopatra soltó sobre sí para no caer en manos del enemigo.

Se podría objetar: «Pero el miedo a la muerte no es tan grande como el miedo al tormento». ¿Acaso la cortesana ateniense cedió por eso al verdugo? Pues, al estar al tanto de una conspiración, fue sometida a tortura por el tirano. Pero no traicionó a sus compañeros de conspiración, y finalmente se mordió la lengua y la escupió en la cara del tirano para hacerle saber que los tormentos, por prolongados que fueran, no podían lograr nada contra ella.

Todo el mundo sabe que hasta el día de hoy la fiesta más importante de los lacedemonios es la «diamastigosis», es decir, la flagelación. En este rito sagrado, todos los jóvenes nobles son azotados con látigos ante el altar, mientras sus padres y parientes están a su lado y los exhortan a perseverar. Porque consideran como una señal de mayor distinción y gloria si el alma se somete a los azotes en lugar del cuerpo.

Por lo tanto, si la gloria terrena que se obtiene de la fuerza del cuerpo y del alma se valora tanto que se desprecia la espada, el fuego, los clavos, las fieras y los tormentos por la recompensa de la alabanza humana, entonces puedo decir que los sufrimientos que soportáis son insignificantes en comparación con la gloria celestial y la recompensa divina. Si la perla de cristal se valora tanto, ¿cuánto debe valer la perla verdadera? ¿Quién, entonces, no gasta con gusto tanto dinero en la verdadera como otros gastan en la falsa?

Omito aquí la explicación del motivo de la gloria, pues la ambición desmesurada de los hombres y una cierta morbosidad de espíritu han hecho desaparecer ya todas las luchas crueles y torturadoras mencionadas anteriormente. ¿Cuántos de los ociosos se ven impulsados ​​por un excesivo amor a las armas a convertirse en gladiadores? Seguramente es por vanidad por lo que descienden a las fieras en la arena misma, y ​​se creen más bellos por las mordeduras y las cicatrices. Algunos incluso se han ofrecido a pruebas de fuego, con el resultado de que corrieron cierta distancia con una túnica ardiendo. Otros han saltado de un lado a otro entre los látigos de los matadores de fieras, mostrando sin pestañear sus hombros.

Todo esto, oh benditos, el Señor tolera en el mundo por una buena razón, es decir, para alentarnos en el momento presente y para confundirnos en el día final, si hemos rechazado sufrir por la verdad para la salvación lo que otros han perseguido por vanidad para la perdición.

No hablemos más de esos ejemplos de perseverancia que proceden de una ambición desmesurada. Más bien, volvamos a una sencilla contemplación de la condición ordinaria del hombre, para que, si alguna vez tenemos que soportar tales pruebas con fortaleza, aprendamos también de las desgracias que a veces se producen incluso en víctimas involuntarias. ¡En efecto, cuántas veces se ha quemado a gente en los incendios! ¡Cuántas veces las fieras han devorado a hombres, ya sea en los bosques o en el corazón de las ciudades, después de escapar de sus jaulas! ¡Cuántos han sido muertos por la espada de los ladrones! ¡Cuántos han sufrido incluso la muerte de cruz a manos de los enemigos, después de haber sido torturados previamente y, de hecho, tratados con toda clase de insultos!

Además, muchos hombres son capaces de sufrir por la causa de un simple ser humano lo que vacilan en sufrir por la causa de Dios. De esto, en verdad, pueden dar testimonio nuestros días actuales. ¡Cuántas personas ilustres han muerto por la causa de un hombre, aunque semejante destino parecía improbable en vista de su nacimiento y su rango, su condición física y su edad! La muerte les llegó de parte de él, si se habían opuesto a él, o de parte de sus enemigos, si se habían puesto de su lado.

A LOS MARTIRES POR TURTELIANO

Mis muy amados hearmnos y amigos, estas cosas que he escrito o descrito, traducido y recopilado son tomadas de los libros pseudoapocrifos existentes en el mundo y muchos de los cuales aun no se han traducido al espanol o no estan disponibles para nuesto deleite en el formato adecuado que pueda no solo servir como lecutura deliciosa sino como material inspirado y edificante.

A mi me choco mucho la carta de Turteliano a los martiees porque concurro con el en pensamiento y porque me paso la vida mayormente recluido en mi propia casa.  Estoy muy activo en las cosas de Dios pero laboro como testigo u obervador pasivo. Me torturo todos los dias viendo las barbaridades de este mudo e interaccionado virtualmente y en el espirity con quien Dios ponga frente a mi. Y es porque muchas cosas en el mundo que ya no me impresionen o me apasionan y las que hay no las puedo obtener por falta de medios. Tengo un salario fijo y ya no viajo mucho como antes ni gano lo que antes ganaba.  Haste de la Iglesia me botaron y no he ido dessde entoces por defender con celo la fe y la verdad o por ser como Turteliano. Y no voy a ir hasta que no me inviten a quienes les predico y les sirvo en ingonito, escondido en el hueco de la mano de Dios. Al grado que hoy y no solo hoy, me siento un prisionero de Jesucristo, en mi casa, entre rejas, en hospitales psychiatricos o meicos, donde o donde Dios me mande.  Mas no entendia yo enteramente porque teniedo todavia en fucion algunas de mis capacidades y casi todas mis habilidades intelectuales; y como espina en el dorso, tambien mis impetus y tendeicias carnales, porque aunque me duelan las betebras no tengo miedo de escarbar, halar o me averguenzo de mendigar cuando necesito.  Estoy solo, pero no me siento solito y ahora que he escuchado, traducido y leido esta carta de Turteliano, que de cierto es de nombre o apellido flores como mi papa biologico;  en mas de un idioma lo he leido, y me doy cuenta que soy mas libre de lo que suponia o me imaginaba. Con su carta Turteliano me ha quitado un gran peso y queja o resentimiento cohibido de encim y agradesco a el y alabo a Dios por ello, y el Sabe que no miento porque siento que esta aqui destras de mi miestras lloro a cantaros y escribo con un expiritu conto. Me parece que mi Dios me estan torciendo como trapeador. 

Porque tal cual Dios le dijo a Pedro, su discipulo y testigo de su divinidad, tambien me ha estado sucediento gradualemnte a mi en los ultimos 17 anios desde mi conversion o nacimiento espiritual. Y en los dias que fui tomado con violencia por decir que habia oido la vox de Dios y me mandaron a la fuerza con policias a un hospital para observacion. Y no fue la unica vez y  hasta preso cai por un mes por la astucia del Diablo y por la incredulidad de mis lideres eclesiasticos. me vistierno con ropas de desjuiciado y de prisioinero y me llevaron donde yo no queria ser llevado. Lo que nunca me sucedio cuando nadaba placenteramente en el peacado.  Porque cuando yo era Joven yo me vestia solo e iba donde queria aun estando casado y parido de hijos, pero ahora que estoy un poco viejo, otros me visten y voy donde no quiero ir o no voy a ningun lado. Ahora que lo pienso, segun las palabras de Jesucriosto y las de Turteliano, me parece que voy por buen camino o la senda estrecha y angosta que conduce a la vida eterna. Testifico en el nombre de Jesucristo que estas cosas son verdaderas. Y con las siguientes escrituras citadas y las plabras de Cristo que tambien se pueden leer en la colulna a la derecha en total amplitud termino esta relacion y termino esta Jornada, amen. 

Y cuando hubieron comido, Jesús le dijo a Simón Pedro: Simón hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.

Volvió a decirle la segunda vez: Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Le respondió: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis ovejas.

Le dijo la tercera vez: Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Se entristeció Pedro de que le dijese por tercera vez: ¿Me amas?, y le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.

De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras.

Y esto dijo dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, le dijo: Sígueme.

Juan 21:15-19

 

 Top 10 Megachurches in the USA in 2024

¡Oh pueblo inicuo, y perverso, y obstinado! ¿Por qué os habéis establecido iglesias para obtener lucro? ¿Por qué habéis tergiversado la santa palabra de Dios, para traer la condenación sobre vuestras almas? He aquí, examinad las revelaciones de Dios; pues, he aquí, llegará el tiempo, en aquel día, en que se cumplirán todas estas cosas.

34  He aquí, el Señor me ha mostrado cosas grandes y maravillosas concernientes a lo que se realizará en breve, en ese día en que aparezcan estas cosas entre vosotros.

35  He aquí, os hablo como si os hallaseis presentes, y sin embargo, no lo estáis. Pero he aquí, Jesucristo me os ha mostrado, y conozco vuestras obras.

36  Y sé que andáis según el orgullo de vuestros corazones; y no hay sino unos pocos que no se envanecen por el orgullo de sus corazones, al grado de vestir ropas suntuosas, y de llegar a la envidia, las contiendas, la malicia y las persecuciones, y toda clase de iniquidades; y vuestras iglesias, sí, sin excepción, se han contaminado a causa del orgullo de vuestros corazones.

37  Porque he aquí, amáis el dinero, y vuestros bienes, y vuestros costosos vestidos, y el adorno de vuestras iglesias, más de lo que amáis a los pobres y los necesitados, los enfermos y los afligidos.

38  ¡Oh vosotros, corruptos, vosotros, hipócritas, vosotros, maestros, que os vendéis por lo que se corrompe! ¿Por qué habéis mancillado la santa iglesia de Dios? ¿Por qué os avergonzáis de tomar sobre vosotros el nombre de Cristo? ¿Por qué no consideráis que es mayor el valor de una felicidad sin fin que esa miseria que jamás termina? ¿Es acaso por motivo de la alabanza del mundo?

 (Libro de Mormón | Mormón 8:33 - 38)

 


Escucha las palabras de Cristo, tu Redentor, tu Señor y tu Dios: He aquí, vine al mundo no para llamar a los justos al arrepentimiento, sino a los pecadores; los sanos no necesitan de médico sino los que están enfermos; por tanto, los niños pequeños son sanos, porque son incapaces de cometer pecado; por tanto, la maldición de Adán les es quitada en mí, de modo que no tiene poder sobre ellos; y la ley de la circuncisión se ha abrogado en mí.

9  Y de esta manera me manifestó el Espíritu Santo la palabra de Dios; por tanto, amado hijo mío, sé que es una solemne burla ante Dios que bauticéis a los niños pequeños.

10  He aquí, te digo que esto enseñarás: El arrepentimiento y el bautismo a los que son responsables y capaces de cometer pecado; sí, enseña a los padres que deben arrepentirse y ser bautizados, y humillarse como sus niños pequeños, y se salvarán todos ellos con sus pequeñitos.

11  Y sus niños pequeños no necesitan el arrepentimiento, ni tampoco el bautismo. He aquí, el bautismo es para arrepentimiento a fin de cumplir los mandamientos para la remisión de pecados.

12  Mas los niños pequeños viven en Cristo, aun desde la fundación del mundo; de no ser así, Dios es un Dios parcial, y también un Dios variable que hace acepción de personas; porque ¡cuántos son los pequeñitos que han muerto sin el bautismo!

13  De modo que si los niños pequeños no pudieran salvarse sin ser bautizados, éstos habrían ido a un infierno sin fin.

14  He aquí, te digo que el que supone que los niños pequeños tienen necesidad del bautismo se halla en la hiel de la amargura y en las cadenas de la iniquidad, porque no tiene fe, ni esperanza, ni caridad; por tanto, si fuere talado mientras tenga tal pensamiento, tendrá que bajar al infierno.

15  Porque terrible es la iniquidad de suponer que Dios salva a un niño a causa del bautismo, mientras que otro debe perecer porque no tuvo bautismo.

16  ¡Ay de aquellos que perviertan de esta manera las vías del Señor!, porque perecerán, salvo que se arrepientan. He aquí, hablo con valentía, porque tengo autoridad de Dios; y no temo lo que el hombre haga, porque el amor perfecto desecha todo temor.

 

(Libro de Mormón | Moroni 8:8 - 16)

 

 מַלְאָך תינוק מוֹט-עֵץ- יִשַׁי מִיכָאֵל

Saturday, August 3, 2024

Tu sangre es la llave del Paraíso

 

El MARTIRIO DE SANTA BLANDINA Y SANTA PERPETUA


Junto a Átale, Santos, Potín, Alejandro, Tertuliano, Sinforiano, estos y muchisimos otros santos que perseguidos, torturados y macerados pilares inmutables, y ejemplares eternos de fidelidad a Dios y de valentía moral.

Permíteme ser alimento para las fieras, por cuya intermedio me será concedido llegar a Dios. Yo soy el trigo de Dios, y dejad que me trituren los dientes de las fieras, para que pueda ser hallado como el pan puro de Cristo."    

                                      Ignatius, Epistle to the Romans (IV.1)

Entre los mártires de Lyon, una niña esclava llamada Blandina, ocupa el lugar prominente. Oigamos lo que sobre ella dice la carta de las iglesias

"Entonces hicieron sufrir a los mártires tormentos tan atroces que no hay palabras para narrarlos. Satán puso todo en juego para Hacerles confesar las blasfemias y calumnias de Las que eran acusados.

El furor Y la rudeza desmedida del pueblo, del gobernador y de los soldados, se manifestó especialmente contra Santos, diácono de Viena; y contra Maturo, Neofito. Pero ya atleta generoso; tambien contra Átale natural de Pérgamo, columna y sostén de la iglesia de de jesucristo de aquella ciudad; y contra Blandina, joven esclava por medio de quien Jesucristo ha dejado ver cómo él sabe glorificar delante de Dios, lo que parece vil y menospreciable a los ojos de los hombres.

Todos temíamos por esta joven; y aun su dueña, que figuraba en el número de los mártires, tenía miedo de que no tuviese la fuerza de confesar la fe, a causa de la debilidad de su cuerpo. Sin embargo, Blandina mostró tanto coraje, que hizo fatigar a los verdugos que la atormentaron desde la mañana hasta la noche.

Y Después de haberla hecho sufrir todo género de suplicios, no sabiendo más que hacerle, se declararon vencidos; se quedaron muy sorprendidos de que respirase aún dentro de un cuerpo tan herido, y decían que uno solo de los suplicios bastaba para hacerla expirar, y que no era necesario hacerla sufrir tantos ni tan fuertes suplicios. Pero la santa mártir adquiría nuevas fuerzas, como buena atleta, confesando su fe: era para ella un refrigerio, un reposo, y cambiar sus tormentos en delicias el poder decir:

"Yo soy cristiana. Entre nosotros no se comete ningún mal

El martirio de Blandina se narra en la Historia Eclesiástica de Eusebio (V.1), que cita una carta escrita por las comunidades cristianas de Lyon y de Vienne, en la que se narran las persecuciones que se produjeron allí en el verano del año 177 d. C.

EN ESE ENTONCES 

Existía un prejuicio exageradamente celoso y xenófobo contra los cristianos de estas ciudades galas, muchos de los cuales eran inmigrantes de Asia Menor. A ellos se les prohibía aparecer en lugares públicos; y  los cristianos ERAN cada vez más sometidos a abusos y encarcelamientos. Y por no inclinarse ante dioses paganos  los cristianos de Lyon acabaron siendo arrestados.

Instigados, oprimidos y insistentemente Interrogados en el foro público por el gobernador provincial, los que se declaraban cristianos y no se salvaban renunciando a su fe eran horriblemente torturados y condenados a las fieras del anfiteatro, "convirtiéndose todo el día en un espectáculo para el mundo en lugar de la lucha de gladiadores en sus múltiples formas" (V.1.40).

Blandina, una joven y frágil esclava; si,  una sierva de Jesucristo que se escandalizaba en súplica ante Dios por cualquier cosa que le sucedía a los santos, y quien creía la más débil de los santos de su día, fue la última en morir colgada de un poste.

Sobre su primera presentación en el circo, dice la carta:

"Blandina fue suspendida a un poste, para ser devorada por las bestias. Estando atada en forma de cruz, y orando con mucho fervor, llenaba de coraje a los otros mártires, que creían ver en su hermana, la representación del que fue crucificado por ellos, para enseñarles que cualquiera que sufra aquí por su gloria, gozará en el cielo de la vida eterna con Dios su Padre. Pero como ninguna bestia se atrevió a tocarla, la enviaron de nuevo a la prisión reservándola para otro combate, para que apareciendo victoriosa en muchos encuentros, hiciese caer, por una parte, una condenación mayor sobre la malicia de Satán y levantase por otra, el coraje.

de sus hermanos, quienes veían en ella una muchacha pobre, débil y despreciable, pero revestida de la fuerza invencible de Jesucristo, triunfar del infierno tantas veces, y ganarpor medio de una victoria gloriosa, la corona de la inmortalidad."

Y siendo ella ante sus verdugos un penoso objeto de burla y espectáculo todo el día en la arena popular donde  los idolatras solían Honrar a los dioses paganos.  Y como otros santos, antes y después de ella, estuvo expuesta a los animales salvajes, pero estos no la atacaron. Y la torturada repetidamenteen formas que me seria ilicito repetir ("los mismos paganos admitieron que nunca habían visto a una mujer sufrir tanto ni durante tanto tiempo", V. 1.56),

En el segundo encuentro Blandina aparece en el circo junto con el joven Póntico, y lacarta dice así:

“El último día de los espectáculos, hicieron comparecer de nuevo a Blandina y a un jovende unos quince años llamado Póntico. Todos los días lo habían traído al anfiteatro, para intimidarlo por la vista de los suplicios que hacían sufrir a los otros. Los gentiles querían forzarlos a jurar por sus ídolos. Como ellos seguían negando su pretendida divinidad, el pueblo se enfureció contra ellos; y sin ninguna compasión por la juventud del uno ni por el sexo de la otra, los hicieron pasar por todo género de tormentos, instigándoles a que jurasen. Pero su constancia fue invencible; porque Póntico, animado por su hermana, quien lo exhortaba y fortificaba frente a los paganos, sufrió generosamente todos los suplicios y entregó su espíritu.

"La bienaventurada Blandina quedó, pues, la última, como una madre noble, que después de haber enviado delante de ella sus hijos victoriosos a quienes animó en el combate, se apresura para ir a unirse con ellos. Ella Entró en la misma carrera con tanto gozo como si fuese al festín nupcial y no al matadero, donde serviría de alimento a las fieras. Después de haber sufrido los azotes, de ser expuesta a las bestias; y de ser quemada en la silla de hierro  candente, la encerraron en una red y la presentaron a un toro, que la arrojó varias veces al aire; pero la santa mártir, ocupada en la esperanza que le daba su fe, hablaba con Jesucristo y no sentía los tormentos. Al fin degollaron esta víctima 'inocente; y los mismos paganos confesaron que nunca habían visto a una mujer, sufrir tanto ni con tan heroica constancia."

Blandina finalmente fue atrapada en una red y pisoteada bajo las patas de un toro.   Su cuerpo, y los de otros que habían sido martirizados, fueron dejados sin enterrar, custodiados por soldados. Después de seis días, los restos fueron quemados y las cenizas arrojadas al Ródano.

Pero El arquetipo de todos los mártires cristianos es Perpetua, una joven respetable de Cartago, cuya Pasión relata Tertuliano. 

PERPETUA fue arrestada y encarcelada y escribió un diario sobre su terrible experiencia:

"Unos días después nos alojaron en la prisión y yo estaba aterrorizada, ya que nunca había estado en un agujero tan oscuro. ¡Qué momento tan difícil! Con la multitud, el calor era sofocante; luego vino la extorsión de los soldados; y para colmo, me torturaba la preocupación por mi bebé

Allí" (I.2). La noche antes de morir en el anfiteatro, Perpetua tuvo una visión, soñando que luchaba contra un egipcio diabólico y lo vencía ante Cristo, su entrenador celestial (lanista), caminando victoriosa a través de la Porta Sanavivaria (Puerta de la Vida). Los mártires fueron a menudo idealizados como combatientes, el espectáculo de la arena trasladado a la lucha con Satanás, imágenes que el mismo Eusebio utiliza al hablar de Blandina:

"PERPETUA, Una mujer pequeña, débil y despreciada, que como Blandina se había revestido de Cristo, el gran campeón invencible, y en combate tras combate había derrotado a su adversario y a través del conflicto había ganado la corona de la inmortalidad".

Perpetua despertó de su sueño sabiendo que triunfaría al día siguiente. “Hasta aquí lo que hice hasta la víspera de la contienda... sobre lo que pasó en la contienda misma, que escriba quien quiera” (III.2).

En efecto, los acontecimientos de ese día fueron presenciados y registrados. Como humillación adicional, Perpetua y su sirvienta Felicidad (que había dado a luz unos días antes) debían ser vestidas como sacerdotisas de Ceres, cosa que ellas se negaron a hacer.

Al igual que Blandina, fueron puestas en redes para ser pisoteadas hasta la muerte. En su pasión, Perpetua ni siquiera se dio cuenta de su suplicio hasta que vio que su túnica había sido rasgada y las marcas en su cuerpo.

Más tarde, en el centro de la arena, esperó con las demás la estocada de la espada. Atravesada en las costillas, la mártir “tomó la mano temblorosa de la joven gladiadora y la guió hacia su garganta” (VI.3-4).

Perpetua murió en marzo del año 203 d. C. en el marco de la celebración del cumpleaños de Geta, el hijo menor de Septimio Severo. Tenía veintidós años, la misma edad que Geta cuando fue asesinado por su hermano.

"Tu sangre es la llave del Paraíso."

Tertuliano, De Anima (LV.4-5)

Cuando otro mártir, Átalio, fue exhibido en la arena de Lyon, precedido por un cartel que lo declaraba cristiano, se descubrió que era ciudadano romano.

Se pidieron instrucciones al emperador Marco Aurelio, que, a su debido tiempo, llegaron. En esencia, eran las mismas que las que Trajano dio a Plinio el Joven, cuando era gobernador de Bitinia en el año 112 d. C. (Cartas, X.96-97), en las que se quejaba de la perversa obstinación de los cristianos: quienes persistieran en profesar su fe debían ser castigados y quienes se retractaran y adoraran a los dioses, perdonados.

La otra advertencia de Trajano, de que no se debía buscar a los cristianos, parece haber sido ignorada (cf. Tertuliano, Apología, II, "prohibido ser buscado, fue encontrado"). En consecuencia, los cristianos que eran ciudadanos romanos fueron decapitados y el resto condenados ad bestias, incluido Atalo.

Llama mucho la atención el odio del pueblo, que había exigido con furia que se le concediera el nombre de Atalo.  Sin duda, la negativa contumaz a retractarse, incluso bajo tortura, enfureció al populacho, así como a los magistrados, quienes, dice Orígenes, "se angustian mucho al ver a quienes soportan con paciencia los ultrajes y las torturas, pero se alegran mucho cuando un cristiano cede ante ellos" (Contra Celso, VIII.44).

Santos. Refiriéndose a Santos dice:

“El diácono Santos sufrió, por su parte, con una valentía sobrehumana, todos los suplicios que los verdugos pudieron imaginar, con la esperanza de arrancarle alguna palabra deshonrosa a su fe. Llevó tan lejos su constancia que ni aun quiso decir su nombre, su ciudad, su país, ni si era libre o esclavo.

A todas estas preguntas contestaba en lengua romana: “Yo soy cristiano”; confesando que esta profesión era su nombre, su patria, su condición, en una palabra, su todo, sin que los paganos pudiesen arrancarle otra respuesta.

Esta firmeza irritó de tal modo al gobernador y a los verdugos, que después de haber empleado todos los demás suplicios, hicieron quemar chapas de cobre hasta quedar rojas y se las aplicaron a las partes más sensibles del cuerpo.

Este santo mártir vio asar sus carnes sin cambiar siquiera de postura, y quedó inconmovible en la confesión de su fe, porque Jesucristo, fuente de vida, derramaba sobre él un rocío celestial que lo refrescaba y fortalecía. Su cuerpo así quemado y destrozado, era una llaga, y no tenía más la figura humana.

Pero Jesucristo que sufría en él y desplegaba su gloria, confundía así al enemigo y animaba a los fieles, haciéndoles ver, por su ejemplo, que a nada se teme cuando uno tiene el amor del Padre, y que uno no sufre nada cuando contempla la gloria del Hijo.

En efecto, sus verdugos se apresuraron algunos días después, a aplicarle nuevas torturas, en los momentos cuando la inflamación de las llagas las hacía tan dolorosas, que no podía sufrir que lo tocasen ni aun ligeramente. Se vanagloriaban de que sucumbiría al dolor, o que por lo menos, muriendo en los suplicios, intimidaría a otros. Pero contra las expectativas generales, su cuerpo desfigurado y dislocado, adquirió, en los últimos tormentos, su forma primitiva y el uso de todos sus miembros; de modo que esta segunda tortura, por la gracia de Jesucristo, fue el remedio de la primera."

Potín El Obispo. Era éste un anciano de la iglesia y hombre de edad muy avanzada. Refiriéndose a su martirio dice así el documento que estamos citando:

 "Se apoderaron del bienaventurado Potín, que gobernaba la iglesia de Lyon en calidad de obispo. El tenía más de ochenta años, y se encontraba enfermo. Como apenas podía sostenerse y respirar, a causa de sus enfermedades, aunque el deseo del martirio le daba nuevas fuerzas, se vieron obligados a llevarlo al tribunal. La edad y la enfermedad ya habían deshecho su cuerpo; pero su alma quedaba unida para servir al triunfo de Jesucristo. Mientras los soldados lo conducían era seguido por otros soldados de la ciudad y de todo el pueblo que daba voces contra él, como si hubiera sido el mismo Cristo.

Pero nada pudo abatir al anciano, ni impedirle confesar altamente su fe.

Interrogado por el gobernador acerca de quién era el Dios de los cristianos, le contestó que si fuera digno, lo conocería. En seguida fue bárbaramente golpeado sin que tuviesen ninguna consideración a su avanzada edad. Los que estaban cerca lo herían a puñetazos y a puntapiés; los que estaban lejos le tiraban la primera cosa que hallaban. Todos se hubieran creído culpables de un gran crimen si no lo hubieran insultado, para vengar el honor de los dioses paganos. Apenas respiraba cuando fue llevado a la prisión, donde entregó su alma dos días después."

Atalio y Alejandro:  Otros dos mártires notables fueron Atalio y Alejandro. Veamos lo que dice el precioso documento que traducimos:

"Como Atalio era muy conocido y distinguido a causa de sus buenas cualidades, el pueblo pedía incesantemente que lo trajesen al combate. Entró en la arena con santa seguridad. El testimonio de su conciencia le hacía intrépido, porque estaba aguerrido en todos los ejercicios de la milicia cristiana, y había sido entre nosotros un testigo fiel de la verdad. Primeramente le hicieron dar vueltas en el anfiteatro con un letrero delante de sí en el cual estaba escrito en latín: Este es Atalio el cristiano. El pueblo se estremecía contra él; pero el gobernador, al saber que era ciudadano romano, lo hizo conducir otra vez a la prisión, junto con los otros. Y escribió al emperador tocante a los mártires, y esperaba su decisión."

La respuesta, que tenía que venir de Roma tardaba en llegar, y durante este tiempo los mártires pudieron reanimar a los hermanos que por temor habían renegado su fe, y prepararles para dar un valiente testimonio que confundiría a los paganos.

Para comprender por qué, hay que recordar la severa advertencia de Jesús de que "a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos" (Mateo, X.33). 

Volviendo a Atalio y Alejandro:

"Mientras los interrogaban, un cierto Alejandro, frigio de nación y médico de profesión, que desde hacía mucho residía en la Galia (Francia) estaba cerca del tribunal. Era conocido de todos, a causa del amor que tenía a Dios, y de la libertad con que predicaba el evangelio; porque también desempeñaba las funciones de apóstol. Estando cerca del tribunal, Alejandro les exhortaba por medio de señales y gestos a los que eran interrogados, para que confesasen generosamente su fe.

El pueblo que se dio cuenta, y que estaba enfurecido al ver a los que antes había renegado su fe, confesarla con tanta constancia, dio gritos contra Alejandro, a quien atribuían este cambio.

Al preguntarle el gobernador quién era Alejandro respondió: "Yo soy cristiano"; e inmediatamente fue condenado a ser entregado a las fieras. Al día siguiente entró en el anfiteatro con Atalio, a quien el gobernador, por agradar al pueblo, entregó a ese suplicio, a pesar de ser ciudadano romano. Ambos, después de sufrir todos los tormentos imaginables, fueron degollados.

Alejandro no pronunció ni una sola queja ni palabra, pero hablaba interiormente con Dios. Atalio, mientras lo asaban en la silla de hierro, y que el olor de sus miembros quemados se podía sentir de lejos, dijo al pueblo en latín: "Esto es comer carne humana; lo que vosotros hacéis: pero nosotros no comemos hombres ni cometemos ninguna otra clase de crimen"

Cuando los mártires hubieron sucumbido, se ocuparon de ultrajar sus cadáveres. Así se expresa la carta:

"La ira de los Gentiles fue más allá de la muerte. Arrojaron, para que fuesen comidos por los perros, los cadáveres de aquellos que la infección y otras calamidades habían hecho morir, y los hicieron custodiar día y noche, por temor de que alguno de nosotros les diese sepultura. Juntaron también los miembros esparcidos de los que habían luchado en el anfiteatro, restos dejados por las bestias y las llamas, con los cuerpos de aquellos a quienes habían decapitado y los hicieron custodiar varios días por los soldados".

Los restos fueron finalmente quemados y arrojados al Ródano.

Sinforiano:  La persecución no se sintió sólo en Lyon y Viena, sino en toda la región circunvecina. Un mártir ilustre que pereció poco tiempo después que los ya mencionados, fue Sinforiano de quien dice la carta:

"Había en este tiempo en Autum, un joven llamado Sinforiano, de una familia noble y cristiana. Estaba en la flor de su edad y era instruido en las letras y en las buenas costumbres. La ciudad de Autum era una de las más antiguas y más ilustres de la Galia, pero también de las más supersticiosas. Adoraban principalmente a Cibeles, Apolión y Diana.

Un día el pueblo estaba reunido para celebrar la solemnidad profana de Cibeles, a la cual llamaban la madre de los dioses. En ese tiempo el cónsul Heraclio estaba en Autum buscando cristianos. Le presentaron a Sinforiano, a quien habían arrestado como sedicioso, porque no había adorado al ídolo de Cibeles, que llevaban en una carroza, seguida de una gran multitud.

Heraclio, sentado en el tribunal, le preguntó su nombre. El respondió: "Yo soy cristiano, y me llamo Sinforiano". El juez le dijo: "¿Eres cristiano? Por lo que veo tú te nos has escapado, porque no se profesa mucho, ahora, ese nombre entre nosotros. ¿Por qué rehúsas adorar la imagen de la madre de los dioses?"

Sinforiano con firme alevosia contestó: "Os lo he dicho ya, yo soy cristiano, adoro al verdadero Dios que reina en los cielos; en cuanto al ídolo del demonio, si me lo permitís, lo romperé a martillazos".

Él dijo:

"Este no es sólo sacrílego, quiere ser rebelde. Que los oficiales digan si es ciudadano de este lugar". "Es de aquí —respondió uno— y hasta de una familia noble". "He aquí, tal vez, dijo el juez, porque tú te haces ilusiones. ¿O ignoras tú los edictos de nuestros emperadores? Que un oficial los lea". Leen el edicto de Marco Aurelio, como lo hemos visto ya.

Al terminarse la lectura. "¿Qué te parece, —dijo el juez a Sinforiano—, podemos quebrantar las ordenanzas de los príncipes? Hay dos acusaciones contra ti, de sacrilegio, y de rebelión contra las leyes; si no obedeces, lavarán este crimen en tu sangre".

Habiendo declarado Sinforiano, en términos positivos, que permanecía firme en el culto del verdadero Dios, y que detestaba las supersticiones de los idólatras, Heraclio lo hizo castigar y conducir a la prisión.

"Algunos días después lo hizo comparecer de nuevo, probó de tentarlo con buenos modales, y le prometió una rica gratificación del tesoro público, con los honores de la milicia, si quería servir a los dioses inmortales. Añadió que no podía evitar de condenarlo al último suplicio, si aun rehusaba adorar las estatuas de Cibeles, de Apolión y de Diana".

Habiendo rehusado los ofrecimientos que se le hacían, Sinforiano fue condenado a muerte, Sobre la valiente y serena actitud de su cristiana madre, dice la carta: "Mientras lo conducían fuera de la ciudad, como una víctima al sacrificio, su madre, venerable tanto por su piedad como por sus años, le gritó desde oí alto de las murallas: "Hijo mío, Sinforiano, mi hijo querido, acuérdate del Dios vivo', y ármate de constancia. No hay que temer a la muerte que conduce a la vida; levanta tu corazón, mira al que reina en los cielos. Hoy no te quitan la vida, te la cambian por una mejor. Hoy en cambio de una vida perecedera tú tendrás una vida perdurable".

Al terminar este admirable relato, preguntemos con James Orr:

"Las otras religiones tienen sus mártires; ¿pero tienen mártires como éstos?"

                                      Tertuliano. ( 160 d.C– 220 d.C)

La antigua ciudad de Cartago, situada en las márgenes africanas del Mediterráneo, fue la cuna del elocuente orador, fuerte apologista, e incansable luchador que se llamó Tertuliano. A pesar de su civilización, los cartagineses eran rudos, impetuosos, y de costumbres casi salvajes.

De este ambiente salió, algo refinado pero no del todo pulido, el más elocuente de los defensores del cristianismo.

Tertuliano Nació en el año 160, siendo su padre un centurión del ejército romano. Pertenecía, por lo tanto, a la clase mediana de la sociedad. En vista de sus dotes naturales de orador fogoso, sus padres lo iniciaron en la carrera de las leyes, esperando verlo actuar de manera sobresaliente en las contiendas que se debatían en el Foro. Llegó a ser poderoso en la lengua griega, pero su idioma, el idioma con el que iba a pelear mil batallas y escribir numerosos volúmenes, fue el latín, que dominó y manejó cual ningún otro en su época. La vida pagana le arrastró en todas las corrientes del vicio. El circo, el bajo teatro, y los mil placeres carnales que Cartago ofrecía, tuvieron en el joven pagano un apasionado admirador y partícipe.

No sabemos cómo tuvo lugar su conversión, pero parece que ésta fue repentina, y tal vez producida por el espectáculo inspirador que le ofrecían los mártires que iban valiente y gozosamente al encuentro de la muerte. Pero sabemos que el se convirtió siendo hombre ya hecho, y cuando había probado la impotencia de los placeres mundanales para satisfacer las necesidades del hombre. La crisis por la cual pasó tuvo necesariamente que ser violenta, para que fuese vencida su impetuosa naturaleza carnal, y pudiese ser formado en él ese hombre nuevo que es criado conforme a Dios en justicia y santidad de verdad.

Pressensé al hablar de este cambio y de su carácter, dice:

"Tertuliano Entró en la nueva carrera con toda impetuosidad de su naturaleza, y desde el día que puso la mano al arado, en el campo regado con tanta sangre, nunca lanzó una mirada hacia atrás.  De las cosas que quedaron atrás, sólo pensó como de cosas malditas y se esforzó con todo su poder hacia el blanco que estaba delante. Sin pesar ninguno, holló con sus pies toda cosa que se interponía entre él y sus aspiraciones, ya fuese este obstáculo el paganismo con sus pompas y glorias, o ya las formas eclesiásticas de su tiempo, cuando le parecía que dejaban de llenar su verdadero objeto. Siempre estaba listo para declarar que sólo las cosas imposibles eran dignas de nuestros esfuerzos. Su vida fue una larga batalla, primeramente consigo mismo, luego con toda influencia opuesta a sus ideas, o que en algo difería. Para él la moderación era imposible; iba a los extremos tanto en el odio como en el amor, en lenguaje como en pensamiento; pero todo acto o palabra de su parte, era el resultado de profundas convicciones, y estaban animados por lo que sólo puede dar vitalidad a los esfuerzos del espíritu humano —un sincero ardor y pasión por la verdad. Aun los excesos de su vehemencia le dieron un elemento de poder, porque empleaba a su servicio una elocuencia fogosa. Todo su carácter se resume en una palabra: pasión"

El historiador católico Duchesne, al referirse a Tertuliano, dice:

"Desde el año 197 se le haya con la pluma en la mano, exhortando a los mártires, defendiendo el cristianismo ante la opinión pagana y contra los rigores del procónsul. Desde sus primeros escritos se revela esa retórica ardiente, esa verbosidad inagotable, este conocimiento profundo de su tiempo, esa familiaridad con los hechos antiguos y los libros que los relatan, ese espíritu instigador y agresivo, que caracteriza toda su literatura".

Tertuliano se inició como escritor cristiano dirigiendo una carta animadora a los muchos hermanos que estaban presos y esperando la hora del martirio. Parece que envidia la suerte de aquellos que sufrían por la buena causa, y expresa sus profundos anhelos de llegar pronto al fin de su peregrinación terrestre. Este mundo corrompido no tiene para él ningún encanto, a causa del reino tan manifiesto del pecado. Suspira por estar con el Señor, y verse libre de la atmósfera corrupta de esta existencia. La prisión obscura que habitaban todos los mártires no podía ser peor que todo lo que se halla en medio de una sociedad corrompida. El corazón del autor se ve en uno de los párrafos de esta carta, que dice así:

"No tenéis los falsos dioses ante vuestros ojos, no tenéis que pasar delante de sus estatuas; no tenéis que participar con vuestra presencia de las fiestas de los paganos; estáis libres de tener que aspirar el incienso corrompido; vuestros oídos no se ofenden con los clamores que salen de los teatros, ni vuestras almas son irritadas por la crueldad, la locura y vileza de aquellos que toman parte; vuestros ojos no se profanan por las escenas que se ven en esos refugios del vicio y de la prostitución".

El lenguaje de Tertuliano demuestra el pesar e indignación que producían en su ánimo las escenas que tenía que contemplar a cada paso en las calles y plazas de la gran ciudad africana. Los mismos o aun más profundos sentimientos expresa cuando escribe su famoso tratado contra los espectáculos.

Sus escritos son numerosos, extensos y variados. Escribió con tal vitalidad, que aun cuando han desaparecido las causas que produjeron sus obras, éstas no han perdido del todo su frescura, y diez y siete siglos que median entre nosotros y él, no han podido marchitar las flores de su jardín literario. No hay cuestión teológica, especulativa, doctrinal y moral que él no haya tratado, ni error que no haya sentido la descarga de sus terribles plumazos. Su Apología es más bien un desafío a los paganos. Defiende valientemente a sus hermanos perseguidos, en el gran foro de este mundo, con todo el ardor que tiene el buen abogado cuando sabe que su causa es justa.

Como él mismo dice, no teme a ninguna de las dos cartas del dios Jano. "Crucificadnos, —escribe a los paganos— torturadnos, que cuanto más nos segáis más crecemos.  La sangre de cristianos es semilla de cristianos."

En aquellos días habían crecido mucho las iglesias montañistas. Las ideas que sus adeptos profesaban, cuadraban tan bien con la manera de ser de Tertuliano, que se ha dicho que si el montañismo no hubiera existido, Tertuliano lo habría fundado.

No tardó en adherirse a este movimiento, poniendo por completo su persona, sus facultades y su elocuencia al servicio de esta causa. 

Hay que entender que los montañistas se habían apartado de los otros cristianos en señal de protesta contra el formalismo, clericalismo, y decadencia espiritual que se empezaba a notar en muchas iglesias. 

Los montañistas; Aspiraban a mantener la más completa pureza y fervor. Daban énfasis al sacerdocio universal de los creyentes, y eran democráticos en el gobierno de las iglesias, en oposición a las pretensiones del naciente episcopado.

Se acusa a los montañistas de haber llevado a un extremo peligroso lo que ellos creían ser la inspiración profética. Hombres y mujeres se levantaban en las asambleas, no sólo para predicar, sino para profetizar acerca del futuro. El movimiento revestía todos los caracteres de los avivamientos; gran exaltación, mucho rigorismo, terribles amenazas. Creían en la inminencia de la segunda venida del Señor; gloriosa esperanza que los otros cristianos empezaban a perder. Tertuliano decía:

"¡Oh qué espectáculo será la gloriosa y triunfante venida de Cristo, tan seguramente prometida, y tan cercana! ¡Qué gozo el de los ángeles y qué gloria la de los santos resucitados! ¡Empezará su reino y se levantará una nueva Jerusalén! Después vendrá la escena final —el amanecer del gran día del juicio y de la confusión de las naciones que se burlaban y no esperaban aquel día que con llama devoradora destruirá el viejo mundo, con todas sus obras. ¡Oh glorioso espectáculo!"

Tertuliano fue siempre montañista en su espíritu. Para adherirse a ellos no tuvo que pasar por ninguna crisis ni efectuar ningún cambio de ideas. Lo que le decidió a pronunciarse franca y abiertamente por ellos fue el observar que eran calumniados y combatidos injustamente.

Tertuliano murió en el año 220, legando al cristianismo el ejemplo de su incansable actividad, de su fervor y sinceridad nunca desconocidos, de su amor a los perseguidos por causa de la justicia; y sus magníficas obras literarias que perdurarán en el mundo como ricos modelos de la primitiva elocuencia cristiana. El hacha de Juan Bautista nunca se le cayó de la mano, y constantemente la hizo caer firme y pesada sobre la raíz del árbol carcomido de la idolatría.

Marco Aurelio, cuyas Meditaciones fueron escritas en esta época, también estaba perturbado por tal terquedad irrazonable y consideraba que la disposición a morir provenía del juicio, "no por pura oposición como los cristianos, sino después de la reflexión y con dignidad, y de modo de convencer a los demás, sin exhibición histriónica" (XI.3), una observación que puede haber sido motivada por los acontecimientos en Lyon.

Honrar a los dioses paganos era esperar su protección y evitar las desgracias, ya fueran hambrunas, enfermedades o sequías, que pudieran resultar de su descuido. 

Por eso, a los habitantes de Lyon les parecía inexplicable que los mártires murieran por su fe, sobre todo porque lo único que se les exigía de ellos era un gesto de adoración, de honor y de conformidad con la tradición.

 «¿Dónde está su dios? ¿Qué han obtenido por su religión, que han preferido a sus propias vidas?» (V. 1.60).

La muerte, por sí misma, no era suficiente. A los cuerpos de los cristianos se les negaba el entierro, para que «no tuvieran ninguna esperanza de resurrección, creencia que los ha llevado a traer a este país un nuevo culto extranjero y a tratar la tortura con desprecio, yendo voluntariamente y alegremente a la muerte.

Ahora veamos si se levantarán de nuevo, y si su dios puede ayudarlos y salvarlos de nuestras manos» (V. 1.63).

De hecho, el propósito mismo de ser enviado a la arena para ser devorado por bestias o ser quemado vivo o incluso ser dejado en una cruz para los carroñeros era asegurar la aniquilación completa de la víctima.

El cuadro (arriba) es La última oración de los mártires cristianos (1883) de Jean-Léon Gérôme; las figuras están untadas en brea y prendidas fuego, lo que recuerda la crueldad de Nerón, que quemaba a los cristianos en sus jardines para que sirvieran como antorchas humanas. La envoltura en sí se conocía como tunica molesta (Juvenal, VIII.235, I.155; Marcial, X.25.5; Séneca, Epístolas, XIV.5). El otro cuadro, Las antorchas de Nerón (1876) es de Henryk Siemiradzki (1843-1902) y se encuentra en el Museo Nacional (Cracovia).

Este relato que ustedes han presenciado es un compendio mixto de dos autores; y fue tomado de dos documentos, uno de los cual fue traducido al español por su servidor. El primer documento es una relación de el sufrimiento y martirio de de Blandina, Perpetua y Atalio, pero el autor mayormente relata muy bien su punto de vista o en lugar de trigo, nos da paja. En mi parecer no le hace justicia historica a la fe y el testimonio o el estado actual de la verda o los hechos de los mártires tal cual sucedieron mas allá de exponer ligeramente sin mucho antecedente testimonial.  

Mi intención, como en los documentos anteriores en este blog, para mí era traducir los eventos reales como son y no simplemente exponer mi parecer o el de otros meramente para entretener y saciar las concupiscencias literarias caarnales y sensuales de los hombres. Mi objetivo es siempre el mismo. Invitar a todos a vernir a Christo, incrementar y reafirmar su fe y amonestarlos a ser hacedores y no solo oidores de la palabra por medio del ejemplo que dejaron los primeros apostoles y santos de la Iglesia de Jesuctisto. 

https://penelope.uchicago.edu/~grout/encyclopaedia_romana/gladiators/martyrdom.html

Pero luegodel relato del link previo adjunto, encontré otro documento en español que es muy breve en relatos y nos da una cuenta de los hechos actuales como están descritos en los libros apócrifos que pone por manifiesto el trigo y no tanta  paja, sino el testimonio actual de los mártires como fueron traducidos.  Y esta última relación que ya está traducida al español nos da un contexto más delicioso e inspirador de la historia de los mártires de la iglesia de Jesucristo de los santos de los primeros días.  

Conste que en el segundo documento se nos expone que la persecución de los apóstoles y santos de Dios ocurrió en etapas y oleadas en el transcurso de la historia y que hubo más de una decena de eventos aislados de persecución desde el principio del cristianismo dando muerte a incontable numero de Santos hasta por lo menos el día de las catacumbas.

Por lo pronto esta relación y compendio que yo estoy haciendo comprende hasta Tertuliano que traslapa hasta la cuarta oleada o el cuarto periodo de persecución que nos conduce hasta aproximadamente el año 192 después de Cristo.  Eso sin contar la cantidad de Santos que La Iglesia de Roma tiene como exhibición macabra en vitrinas.  

Y sobre lo cual está escrito:

LAS CATACUMBAS


 

Se ha dicho que las vidas de los cristianos primitivos consistían de "persecución por encima del suelo y oración por debajo del suelo." Sus vidas están expresadas por el Coliseo y las catacumbas. Debajo de Roma están los subterráneos que llamamos las catacumbas, que eran a la vez templos y tumbas.

La primitiva Iglesia en Roma podría ser llamada con razón la Iglesia de las Catacumbas. Hay unas sesenta catacumbas cerca de Roma, en las que se han seguido unas seiscientas millas de pasillos, y esto no es la totalidad. Estos pasillo tienen una altura de alrededor de ocho pies (2,4 metros) y una anchura de entre tres a cinco pies (de casi 1 metro hasta 1,5), y contienen a cada lado varias hileras de recesos largos, bajos, horizontales, uno encima de otros como a modo de literas en un barco. En estos nichos eran puestos los cadáveres, y eran cerrados bien con una simple lápida de mármol, o con varias grandes losas de tierra cocida ligadas con mortero. En estas lápidas o losas hay grabados o pintados epitafios y símbolos. 


 

Tanto los paganos como los cristianos sepultaban a sus muertos en estas catacumbas. Cuando se abrieron los sepulcros cristianos, los esqueletos contaron su temible historia. Se encuentran cabezas separadas del cuerpo; costillas y clavículas rotas, huesos frecuentemente calcinados por el fuego. Pero a pesar de la terrible historia de persecución que podemos leer ahí, las inscripciones respiran paz, gozo y triunfo. Aquí tenemos unas cuantas

 

 


"Aquí yace Marcia, puesta a reposar en un sueño de paz."

"Lorenzo a su más dulce hijo, llevado por los ángeles."

"Victorioso en paz y en Cristo."

"Al ser llamado, se fue en paz."

 

Recordemos, al leer estas inscripciones la historia que los esqueletos cuentan depersecución, tortura y fuego. Pero la plena fuerza de estos epitafios se aprecia cuando los contrastarnos con losepitafios paganos, como:

"Vive para esta hora presente, porque de nada más estamos seguros."

"Levanto mi mano contra los dioses que me arrebataron a los veinte años, aunque nada malo había hecho."

"Una vez no era. Ahora no soy. Nada sé de ello, y no es mi preocupación."

"Peregrino, no me maldigas cuando pases por aquí,

porque estoy en tinieblas y no puedo responder."

 

Los más frecuentes símbolos cristianos en las paredes de las catacumbas son el buen pastor con el cordero en sus hombros, una nave con todo el velamen, arpas, anclas, coronas, vides, y por encima de todo, el pez

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La quinta persecución, comenzando con Severo, el 192 d.C.

Severo, recuperado de una grave enfermedad por los cuidados de un cristiano, llegó a ser un gran favorecedor de los cristianos en general; pero al prevalecer los prejuicios y la furia de la multitud ignorante, se pusieron en acción unas leyes obsoletas contra los cristianos. El avance del cristianismo alarmaba a los paganos, y reavivaron la enmohecida calumnia de achacar a los cristianos les desgracias accidentales que sobrevenían. Esta persecución se desencadenó en el 192 d.C.

Pero aunque rugía la malicia persecutoria, sin embargo el Evangelio resplandecía fulgurosamente; y firme como inexpugnable roca resistía con éxito a los ataques de sus chillones enemigos. Tertuliano, que vivió en esta época, nos informa de que si los cristianos se hubieran ido en masa de los territorios romanos, el imperio habría quedado despoblado en gran manera.

Víctor, obispo de Roma, sufrió el martirio en el primer año del siglo tercero, el 201 d.C.

Leónidas, padre del célebre Orígenes, fue decapitado por cristiano.

Muchos de los oyentes de Orígenes también sufrieron el martirio; en particular dos hermanos, llamados Plutarco y Sereno; otro Sereno, Herón y Heráclides, fueron decapitados.

A Rhais le derramaron brea hirviendo sobre la cabeza, y luego lo quemaron, como también su madre Marcela.

Potainiena, hermana de Rhais, fue ejecutada de la misma forma que Rhais; pero Basflides, oficial del ejército, a quien se le ordenó que asistiera a la ejecución, se convirtió

Al pedírsele a Basílides, que era oficial, que hiciera un cierto juramento, rehusó, diciendo que no podría jurar por los ídolos romanos, por cuanto era cristiano.  Llenos de estupor, los del populacho no podían al principio creer lo que oían; pero tan pronto él confirmó lo que había dicho, fue arrastrado ante el juez, echado en la cárcel, y poco después decapitado.

Ireneo, obispo de Lyon, había nacido en Grecia, y recibió una educación esmerada y cristiana. Se supone generalmente que el relato de las persecuciones en Lyon fue escrito por él mismo. Sucedió al mártir Potino como obispo de Lyon, y gobernó su diócesis con gran discreción; era un celoso oponente de las herejías en general, y alrededor del 187 d.C. escribió un célebre tratado contra las herejías. Víctor, obispo de Roma, queriendo imponer allí la observancia de la Pascua en preferencia a otros lugares, ocasionó algunos desórdenes entre los cristianos. De manera particular, Ireneo le escribió una epístola sinódica, en nombre de las iglesias galicanas. Este celo en favor del cristianismo lo señaló como objeto de resentimiento ante el emperador, y fue decapitado el 202 d C.

Extendiéndose las persecuciones a África, muchos fueron martirizados en aquel lugar del globo; mencionaremos a los más destacados entre ellos.

Ya se escribió algo sobre Perpetua, pero no está de más reivindicar que ella tenía de unos veintidós años de edad y estaba casada. Los que sufrieron con ella fueron Felicitas, una mujer casada y ya en muy avanzado estado de gestación cuando fue arrestada, y Revocato, catecúmeno de Cartago, y un esclavo. Los nombres de los otros presos destinados a sufrir en esta ocasión eran Saturnino, Secundulo y Satur. En el día señalado para su ejecución fueron llevados al anfiteatro.

A Satur, Secúndulo y Revocato les mandaron que corrieran entre los cuidados de las fieras. Estos, dispuestos en dos hileras, los flagelaron severamente mientras corrían entre ellos. Felicitas y Perpetua fueron desnudadas para echarlas a un toro bravo, que se lanzó primero contra Perpetua, dejándola inconsciente; luego se abalanzó contra Felicitas, y la empitonó terriblemente; pero no habían quedado muertas, por lo que el verdugo las despachó con una espada.

Revocato y Satur fueron devorados por las fieras; Saturnino fue decapitado, y Secúndulo murió en la cárcel. Estas ejecuciones tuvieron lugar en el ocho de marzo del año 205.

Esperato y otros doce fueron decapitados, lo mismo que Androcles en Francia.

Asclepiades, obispo de Antioquia, sufrió muchas torturas, pero no fue muerto.

Cecilia, una joven dama de una buena familia en Roma, fue casada con un caballero llamado Valeriano, y convirtió a su marido y hermano, que fueron decapitados; el máximo, un oficial, que los llevó a la ejecución, fue convertido por ellos, y sufrió su misma suerte. La dama fue echada desnuda en un baño hirviente, y permaneciendo allí un tiempo considerable, la decapitaron con una espada. Esto sucedió el 222 d.C.

Calixto, obispo de Roma, sufrió martirio el 224 d.C., pero no se registra la forma de su muerte; Urbano, obispo de Roma, sufrió la misma suerte el 232 d.C.

Referencias: Eusebio: La historia de la Iglesia (1965) traducido por G. A. Williamson; Los hechos de los mártires cristianos (1972) por Herbert Musurillo; Paganos y cristianos (1986) por Robin Lane Fox; Martirio y persecución en la iglesia primitiva (1967) por W. H. C. Frend; Plinio: Plinio el Joven: Cartas y panegírico (1969) traducido por Betty Radice (Loeb Classical Library); Los Padres antenicenos: Traducciones de los escritos de los Padres hasta el año 325 d. C. (1885-1896) traducidos y editados por el reverendo Alexander Roberts y James Donaldson; Las meditaciones del emperador Marco Antonino (1944) traducidos por A. S. L. Farquharson; Una biblioteca selecta de los Padres Nicenos y Post-Nicenos de la Iglesia Cristiana, Serie II (1890-1896) editada por Philip Schaff y Henry Wace; El Diccionario Oxford de la Iglesia Cristiana (1997) editado por E. A. Livingstone.  Blandina and Perpetua Copilacion en En combinación con: HISTORIA DE LOS MÁRTIRES IMCE www.cimientoestable.org HISTORIA DE LSO MARTIRES

Esta como las otras obras anteriores se re escriben en un formato más apetecible que nos conmueve a glorificar mas a Dios y para edificar y reedificar la fe en Cristo Jesús de todos sus santos y quienes pueden ser llamados santo. Esto es para mí como si los muertos de espíritus familiares nos susurraran al oído que cuente su historia como fue con el objetivo de apreciar todas las bendiciones que hoy hemos recibido. Que al saber como ellos padecieron por la fe y el nombre de Cristo, nosotros también podamos encontrar consuelo y valentía pese a las cosas que suframos. Porque fue Pablo quien dijo que si solo en esta vida tenemos esperanza en Cristo, entonces considerémonos los más miserables de los hombres. Y no solo eso dijo Pablo y no solo Pablo sino también José Smith, en los artículos de fe y quienes nos amonestaron a estar entrelazados en toda buena obra y  a creer en todas las cosas que son virtuosas, sublimes y dignas de alabanza diciendo:

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si hay algo digno de alabanza, en esto pensad.

Filipenses 4:8

Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos.

Jose Smith  Articulos de Fe 1:13

 מַלְאָך תינוק מוֹט-עֵץ- יִשַׁי מִיכָאֵל